Enamorada del íntimo amigo de mi marido

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     Despierto de una noche de pesadillas y de insomnio. Siento  la jaqueca y los  retorcijones de tripa preludio de la mestruación.  Mi cara es un poema,  demacrada, ojerosa. Estoy horrible. Me come la depresión y la tristeza. Mi marido ya no tiene atenciones conmigo, está irascible, discutimos a todas horas, siento no me ama.

   Necesito  desahogarme con alguien. Pienso en alguna amiga, pero no, seguro sentirían pena y les podría la indiscreción.  Pienso en Fernando, el amigo íntimo de mi marido, que nos frecuenta desde que enviudó hace dos años y comparte con nosotros algún viaje y vacaciones Siempre me trata con cariño y se que  le gusto. Me maquillo para engañar mi aspecto y decido ir a  verle.

   Al abrir la puerta  le abrazo. No puedo evitar  sollozar desconsolada.

  ¿Qué te pasa, reina?  No me asustes.

   Me lleva  hasta el sofá. Me sienta a su lado con su mano en mi hombro atrayéndome contra él. Me besa en la frente.  Pregunta  por el motivo de mi estado. Le cuento mi tristeza, mis temores, quiero morirme.

   Recostada en su regazo me habla dándome ánimo.  Su voz segura, varonil, dulce, llega a mi alma  relajándome. Me acaricia  con ternura y mi cabello lo desliza entre sus dedos sintiéndome amada.  Mi cara, siente  su miembro, solo  lo separa la tela suave de su pantalón. Viene a mi mente  su tamaño  fantástico,  recordando sus erecciones en la playa nudista, cuando nos visitó un fin de semana en el pueblito costero donde veraneamos. Desearía liberarlo para acariciarlo, besarlo, disfrutarlo,  pero el respeto enorme que siento por él y mi marido me lo impide.

   No puedo mas, me alzó para besarlo de improviso. Mi mano en su cuello  y mi boca sedienta de amor le  besa  buscando un hálito de vida.  Nuestras lenguas se buscan, se entrelazan mezclando nuestros liquidos  ansiosos de deseo. 

  Te amo, te necesito, solo pienso en ti, le digo.

  Lleva su dedo índice a mis labios. ¡Psiiiiis!, dice haciéndome callar. 

  Esto no ha ocurrido. Será mejor que te vayas.

  Me acompaña  a la puerta y antes de salir le abrazo  y le beso.  La pasión y el deseo nos invaden. Me abraza de nuevo fundiendo nuestros cuerpos. 

  No puedes evitar que te ame.   Cuando estemos juntos, en compañía de mi marido,   nadie impedirá que mis ojos  te hablen, te cuenten lo que te amo, lo que te deseo.  

  Abre la puerta, me mira con  amor mientras me alejo. Siento felicidad y a la vez dolor.  Se que me ama y que  mas pronto que tarde seré suya. Sé que mi felicidad  será dolorosa.

 


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