Coma, punto y coma y punto y final
Entra el doctor creyéndose todo ese rollo de macho que suelto cuando el miedo me muerde los cojones y se traga ya digo que me suete la verdad siempre la verdad que nada de tonterías conmigo que ya no pierdo nada y que mejor saberlo al segundo que ignorar y salir de la consulta con la bobería metida en el cuerpo y pensando que no tengo nada grave o gravísimo o mortal así que tú dale y haz el trabajo pero sin medias tintas y me pongo a llorar como un niño chico cuando el puto doctor abre la boca y diciéndomelo despacio queda muy claro que un bicho superputo se ha metido en mi cabeza y lo que ha visto es más negro y más decrépito que la comida que hacía mi hermana cuando le tocó cocinar durante una temporada así que salgo de la consulta después de una hora y media de mocos y gritos y desmayos y pastillas y más pastillas y sudores y temblores y ganas de mear y ganas de cagar y una sensación horrible cuando descubrí que me faltaba el aire y que ya moría a los pies del cabrón que todavía no había pasado mi tarjeta para cobrarme por unos servicios de puta madre.
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