Montamos el circo en un despoblado a las fueras de un pueblo que se llama, eso me ha dicho Cercas, "Don Bastión". Ha echado el ojo y dice que viven cien almas, o así. Y todas condeandas. En pueblos peores hemos comido y comeremos. Pero hace un calor que tiene al perro y al mono a punto de estirar la pata. Los hermanos Umbral y Reverte no se hablan desde hace medio siglo, pero a la hora de salir y hacer el payaso, los dos son profesionales y se ganan los garbanzos. Umbral dice de Reverte que es un maricón que se ahoga en un vaso de agua y Reverte da por sentado que Umbral se cayó del coño de mamá porque en vez de nacer como una criatura normal, cayó a plomo como un peso muerto, que es lo que ha sido toda su puta y miserable vida. Así cobran y así conviven en el mismo carromato. A cargo del perro y del mono está Ulam Bator, un gaditano con mucha pena en el cuerpo porque desde que salió de su calle y vio mundo, se dió perfecta cuenta de que ser domador es una profesión muy jodida, tanto o más como la los arquietectos en el coño de las putas. Las mujeres y los niños no perdonan un fallo del perro, y menos el anarquismo del mono, que los lunes, miércoles y viernes pasa de Ulam Bator, poniéndose a cagar cuando aún queda un buen ratito de actuación. La niña bonita de nuestro circo es Mariluna, que lee como nadie las historias que escribe don Borges y Cortázar, con más de cien años a cuesta, ciego y cascarrabias, amén de conservador, aunque siempre parisino y fumador ocasional. Mariluna también es contorsionista, matemática, astrofísica, neurobióloga, psiquiatra y practica el boxeo femenino. Y estoy yo, que hago magia. Meto y saco de una chistera que heredé de un madrileño un conejo de tres orejas, que un día es blanco, otro negro, y la mar de la veces, ni se sabe a ciencia cierta el color que lleva puesto. Al conejo lo alimento con lo que voy encontrando por esos caminos del demonio. Mi circo se llama "España y olé". Lo fundé en 1939 en Burgos. Calor. Venía de enterrar a mi padre que me dijo me muero y se murió. Tenía yo por entonces 8 días y a escondidas me habían hecho la cincuncisión en casa de doña Montero, ese era su apellido. Pasados los años puedo decir con libertad que lo de un circo fue idea de mi padre, pero yo en realidad lo que quería montar era una compañía de teatro y llamarla "Los Peliculeros", confensando así me odio ancestral hacia el cine y hacia todos cuantos vendiendo el alma y lo que no es alma pero también tiene valor, se prestan a hacer grande un invento para seres sin cabeza. Pero ya es tarde. La función comienza a las siete. Acuden treinta y tres almas. El alcalde habla conmigo antes de la función, rogándome que si un bobito puede vender periódicos económicos y el Financial Times. Que sí, señor alcalde, respondo, mientras no me entre con los canzoncillos cagados. ¡Comenzamos!
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales