Una mujer llamada África y sin ayuda de nadie domesticó a todas las jirafas de la tierra. La Nasa la entrevistó para saber si reunía las cualidades suficientes para ser el primer ser humano en viajar a Marte. Pues claro. Claro que sí. Ya en Marte paseó y paseó. Comunicó a la Tierra que bajo una piedra había econtrado una magdalena muy tierna. "¿Proust?" África siguió buscando. Y encontró condones, aspiradoras, desodorantes, latas de berberechos en escabeche, un mercedes descapotable y una tienda de chinos. Pero no a Proust. La Nasa, muy decepcionada de los resultados de la misión, planeó su regreso. África informó que primero quería cumplir un deseo. "Procrear". Y África parió moscas, enfermedades, guerras, y hasta colonizadores y genocidas. Pero entonces en la Tierra se olvidaron de ella y ordenaron que se quedara en Marte para seguir con la misión. África siempre sospechó que la habían tomado el pelo. Todas las tardes (y los atardadeceres en Marte son como los labios de Lisa Gherardini) África fotografiaba a chinitos jugando, invirtiendo, perforando, investigando, haciendo dinero y multiplicándose. El último mensaje que recibió decía así: "África, por favor, ya que has tenido mucha suerte y aquí en la Tierra lo pasamos muy mal con el calentamiento global, Tele 5 y los podemitas del carajo, ¿puedes hacernos un hueco y acogernos?". La respuesta de África no se hizo esperar: "Vayansetodosatomarporelculoydéjenmeenpazhijosdelagranputaqueporsuculpanosénadadepazsaciarelhambrelasedyseramada." Fin del mensaje.
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