Steven estaba cada día más nervioso,esto de matar gatos y
demás bichejos como el los llamaba no satisfaccía sus
instintos,había algo dentro de el que presionaba cada vez
más para que la próxima víctima fuese una persona.
Su abuela Bárbara veía como pasaban los días sin que
Steven subiese a ayudarla,no salía del sótano para nada,ni
siquiera para comer.
Bárbara se decidió a bajar a ver qué pasaba,una cosa era
que su nieto fuese un poco raro y solitario y otra cosa era
ya esto,llevaba sin verlo 3 días.
Entró en el sótano y encontró a Steven acurrucado en un
rincon,temblando,pálido,era la muerte en persona.
- Steven que te pasa,tienes una pinta horrible,ahora mismo
voy a subir para llamar a un médico.
Bárbara cogió una manta que había en el sótano y se acercó
a Steven para arroparlo, a ver si conseguía que entrara en
calor,al mirarle la cara le entró un escalofrío al ver que
Steven estaba riéndose,con la cara desencajada y la mirada
perdida.
- Abuela no te preocupes por mi,estoy bien,sólo estoy un
poco nervioso,necesito estar solo.
Barbara se agachó para echarle la manta por lo alto y en
ese momento Steven cogiendo a su abuela por el cuello,sacó
un destornillador del bolsillo de su cazadora y se lo hincó en
la sien, notó como una satisfacción fuera de lo común lo
envolvía,lo necesitaba,esta sensación era algo maravilloso
que nunca había experimentado.
Bárbara yacía muerta en sus brazos,empapados en sangre
después de haberle hincado el destornillador unas veinte
veces más por toda la cara incluidos los ojos,no podía creer
lo bien que se sentía,reía como un loco.
No contento con lo que había hecho fué a por el hacha con
la qué descuartizó al gato días antes y de tres hachazos le
cortó la cabeza a su abuela,subió con ella a la cocina,la
metió en una olla y la puso a hervir.
Tres días sin comer le estaban pasando factura a Steven y
con el caldo resultante de cocer la cabeza y una barra de
pan se hizo una sopa que le resultó deliciosa.
Después de cenar Steven bajó al sótano descuartizó el
cuerpo de su abuela y lo metió en el congelador repartido
en bolsas junto con la cabeza,o lo que quedaba de ella y
pensó que esto sólo era el comienzo,estaba deseando volver
a experimentar esa sensación tan maravillosa que había
sentido.
El matadero abría sus puertas.
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