Aquella mañana, fuí a comprarte una rosa, reservé ese pequeño espacio de tiempo para la intimidad y el deseo que vulgarmente podemos definir como "habitación de un hotel"
Nervioso cuidé cada uno de los detalles con los que me apetecía colmarte, cada sorpresa.
Medí cada frase que pensaba decirte al oído, cada palabra.
Llegado el momento te montaste en mi coche sin un atisbo de miedo en tu rostro, sólo nervios por que, tal vez, ese momento tan ansiado por ambos se acercaba por minutos.
Ninguno nos imaginábamos lo que allí sucedería.
Tú estabas increíble, era la habitación perfecta, el día perfecto, la cama perfecta, el momento perfecto... Todo estaba minuciosamente preparado. TODO excepto yo.
No debo pedir disculpas, por aquello que nunca llegó a suceder.
Sólo, me dejaste en aquella, ahora sucia y oscura habitación.
La rosa había perdido su color, la película que veíamos de fondo ahora estaba en blanco, hasta el cigarro que fumaba había perdido el humo.
No se si me habrás entendido, pero te pido porfavor que no esperes el momento. Espera la persona.
Saludos
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