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No son de oro mis lamentos
ni alquimia son mis lágrimas,
ya no maldigo mis horas áridas.
Y sin decirte nada,
estériles arañan tus murallas
mis antiguas ilusiones ajadas.
No estás entre mis cosas,
avenidas mudas ahora de tí.
Y sigo sin soñar nada.
Tropiezo y vuelvo a tí,
tempo lento a orillas del silencio.
Agotado el temor a recorrer tu vacío.
Sin decirte nada;
porque ya dejamos atrás
esa soledad.
Solos surcamos este vasto océano
que es el espacio sin más silencios.
Sin decirte nada.
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