Géminis, un mundo de ambos

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Enviado el , clasificado en Terror / miedo
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Devons Pacner era alguien difícil de explicarlo sentimentalmente. De ojos grises perla como los más extraño y hermoso; alto, de un castaño claro y rasgos profundos y detonantes. Dos personalidades era lo que lo definían, no sé si influía pero su zodiaco era Géminis. Amante de la literatura, sofisticado y simpático. Amaba dos cosas en su vida, su esposa Maicra y su hija Sofía, una duquesita de ojos brillo; la ternura en un cuerpo físico pequeño.

 Era una persona común, con una vida ya echa; pero había algo que lo perturbaba y era ese renegado social, que odiaba la tierra y a su familia, Mac, no se sabía nada de él, ni creo que alguien lo conociera, pero Devons … Devosns lo percataba y muy bien.

De rumbo a su trabajo, la editorial de libros Muffin en la calle 34 y 79 donde Devons era el dueño. Se baja de su automóvil de camino a la puerta de entrada, al entrar, saluda con un simpático “buen día” al personal de la editorial y se dirige a su oficina calmada y cómoda, pero algo rompió con su tranquilidad mañanera y fue la sensación de un pasado, Mac, lo sintió, sabía que estaba próximo. ¿Por qué aparecía después de tanto tiempo? ¿Cuál era sus intenciones esta vez? ¿Sera la profecía de sus últimas palabras?

De camino a su hogar para en el parque de la ciudad a disfrutar de un cigarrillo cuando lo tocaron de atrás y volteo de un giro como un patinador profesional al quedarse viendo el paisaje amplio del parque y observar que no era nada, pero también algo, Mac. Otra vez, pensó, otra vez vienes a arruinarme, te olvide.

    ¡Estoy en casa!- entono Devons. Donde la niñita, su hija, Sofía vino corriendo y de un salto la alzo upa y 3 besos con sonido en su cachete le dio, saludo a su esposa con un roce de labios y en la cama se desplomo hasta quedarse soñando.

Su siesta lo rejuvenecía, era muy placentero Devons, tenía una vida muy cómoda, aunque era bastante nervioso. Iba al psicoanalista ya hacia un tiempo, por un suceso del pasado que nunca quería recordarlo, algo muy morbo y fuerte para un niño, Devons vio a Mac matar un gato con sus propias manos, arrancándoles extremidades, como un maldito demonio, esas imágenes de un tierno mamífero felino gimiendo, un gemido tal de tortura, quedo grabada en su cabeza por siempre como si el mismo hubiese sido, pero lo extraño, lo más extraño es que desde ese momento nunca más lo volvió a ver a Mac, jamás apareció, nunca más lo sintió cerca hasta hoy, pero quedo inculcada una frase en su memoria “yaceré hasta que cuando lo que más veneres lo traiga conmigo” así despidió Mac a Devons.

 

Esa noche se acostó tarde, estaba raro, tieso, como si lo estuviesen obligando a algo y el grito mas horroroso que había oído lo despertó, el grito agonizante de un niño, y vio a su hija en un mar de sangre, su niña ahogada con el rojo inocente, lo que más amaba con la piel virgen y sedosa despegada de su órgano, destrozada frente a sus ojos. De un golpe se abre la puerta y la figura que la abertura encerraba, la persona que la abertura encerraba quedo paralizada al ver la escena y los ojos grises perla de Devons Mac Pacner.


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