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Ven. Descúbreme; déjame descubrirte. Sí, tú, acércate, aventúrate en mí; explórame. Los mapas de mi espalda llevan esperando una eternidad un aventurero como tú.
Ven. Pasea a tus anchas por mi alma salvática, no te cortes. Súbeme la adrenalina, bájame la tensión, muérdeme los miedos, y llévatelos. Enamórame.
Y te advierto: si te quedas, ten cuidado; mis senderos son peligrosos.
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