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Caminó descalza camino de palacio entre lilas y pamelas de cáñamo. El azúl era violeta y gritaba sosiego. Cuando llegó la calma, todos se quedaron quietos. Y la niña de ojos tristes se sentó en la piedra, recogió su pelo con cinta roja y cambió de planes. Atrás quedó el palacio.
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