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Corría de un lado para otro buscando el reloj, se habían llevado su tiempo.
Sobre las ocho de la mañana alguien entro en su celda, como el que busca un tesoro, echo un vistazo y comprobó que todo estaba mal. Como el lince que busca su presa encontró algo donde apollarse. Ella lo miró asustada y por primera vez después de mucho tiempo, se sintió libre. Allí quedaron sus desayunos con diamantes.
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