Se derrumba su cielo azul y a cada paso, el viento sopla aún más frío de lo que el podía recordar. Dejó que el amor quedara encerrado en su locura más fugaz, en su desvelo más preciado. La noche, por más tibia que fuera traía melodías amargas, acompañadas por largas secuencias de imágenes que no se correspondían con ninguna realidad conocida. Completamente aturdido por puntiagudos alfileres, cedió.
¿Quién diría que aquel día sería el fin de su viaje? Sólo, mirando por la ventana el paisaje que por más colorido que fuese sería gris. Su cuerpo temblaba, aún cuando se acercaba, despacio, a mirar desde algún más allá la tierra cayendo sobre su ataúd. Deseoso de dormir y sin saber contener las lágrimas que caían tras su espalda le recitó una última poesía a Mr. Queen, quién lo escuchaba, atento, sentado sobre sus piernas.
Habló sobre las flores que morían y escribió una frase en la pared del fondo de su habitación. "Aquí o allá, incendiando las ruinas del ayer" se leía, en letra algo borrosa. Debía terminar su poesía, pero Mr. Queen lo interrumpió, rompiendo un frasco de estrellas en su rostro. No hubo más espacio, quién sabe porque. Su mundo paralelo finalizó y con él, su vida. Nadie lo enterró, ya que escapó hacia su libertad tan ansiada. Nadie lo buscó pues todos sabían donde estaba.
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