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Salí del curso del paro, cojí mi coche destartalado, quise meterme en la autovía. Solo venía un coche, no se cambió de carril. Me puse de mal humor, ¿que le costaba cambierse de carril para que yo saliese?. Pasó por mí lado muy despacio, era el coche que siempre quise tener: gigante, gris, limpisimo, de supermarca. Quise adelantarlo para mirar que invecil iva dentro, le adelanté por la izquierda y ví que era una señora, con las mismas gafas de cegata que yo y el pelo blanco. Entonces lo entendí; era yo, veinte años despues, con los sueños cumplidos.
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