Cerrado el reporte del mes: a coger.

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Marcelo y yo, Javier, estábamos a cargo de dos sectores, de la empresa de ingeniería que nos emplea. Como es habitual ambos contamos con la colaboración de sendas asistentes. Florencia (36 años) él, Mónica (38 años) yo. Ambas, casadas, con hijos, lindas sin llegar a hermosas, cuerpos con todo, entre 7 a 9 puntos, lo que un hombre desea en una mujer.

Por si eso fuese poco, además son eficientes, simpáticas y sociables.

Como suele suceder en muchas relaciones laborales de este tipo, tengo derecho a roce con Mónica. Luego de “remar bastante”, se dejó coger, por primera vez, sentada en mi escritorio. A partir de ese evento con alguna frecuencia, nos vamos juntos a uno de  dos hoteles cercanos a nuestra oficina, a disfrutar un par de horas cogiendo en poses variadas, aunque predomina largamente el tradicional misionero ya que, en la cama, Mónica no necesita de mucho firulete para deleitar.

Un día la Dirección de la empresa dispuso que el área de Marcelo y la mía eleven un reporte conjunto, complicado, laborioso y mensual. A Flo y Mony (Florencia y Mónica) les asignamos la tediosa tarea de revisar, imprimir y finalmente anillar las innumerables hojas del informe. A partir del segundo o tercer mes, para agradecer la colaboración y aplicación de las chicas, una vez presentado el reporte, alrededor del día 10 de cada mes, vamos los cuatro, a almorzar a un local de nivel.

En una de esas ocasiones, Marcelo mientras iba caminando a mi lado detrás de las dos chicas que nos precedían camino al restaurante, en voz baja dijo:

-Che, ¡que hermosos culos tienen las nenas! –

-Sin dudas están buenas. – le reconocí.

-Vos te la fifas a Mony, ¿Nooo?-

-¿Qué decis?-

-No te hagas el boludo. Si se nota a la legua cuando están juntos-

-Si es por eso, por las apariencias, vos a Flo no le perdonas ninguno de los 7 agujeros, como los emperadores de la antigua China ¿Verdad?-

-Algo de eso hay ¿A vos te gustaría darle a Flo? A mí me trae a mal traer la idea de trenzarme con Mony –

-Vos estas de la nuca. ¿Estás pensando en un intercambio de asistentes?  Creo que es algo inédito-

Ahora me cerraba su elección del restaurante N.H. algo alejado de nuestra oficina con el hotel alojamiento a 50 metros. La verdad ganas no me faltaban de “comerme” a Flo pero tenía temor de ofender a Mónica.

El almuerzo, como todos los anteriores, fue muy ameno y, mientras esperábamos que nos trajeran los postres Marcelo le dio forma a lo que tenía in mente:

-Nenas, este mes, juntos, hicimos un gran trabajo. Si están de acuerdo vamos a tener un after lunch de aquellos – abrió el juego.

-¿En qué consiste?- quiso averiguar Mónica.

-En aumentar la sinergia de nuestro cuarteto- respondió el caradura.

Le costó tan solo 20 minutos para concretar, lo que yo a priori había pensado impracticable. Ellas fingieron asombro, “patalearon” y expresaron su disconformidad cada vez con menos ahínco, tal vez por efecto del buen vino que habían tomado o por la excitación extra que experimentábamos todos por lo insólito de lo propuesto, al final se advinieron el sexo grupal. Mónica impuso la condición de cada pareja en un cuarto; nada de tres o más en uno. Quedó convenido dividir en partes iguales los turnos de 2 horas: transcurrida la primera cambiaríamos de pareja.

Pagamos el almuerzo y, casi con precipitación, recorrimos los 50 metros que nos separaban del hotel.

En el cuarto, Mónica me recriminó haber divulgado nuestra relación. No me creyó que nunca había hablado de lo nuestro ni con Marcelo ni con nadie:

-Tenemos que tener más precaución en nuestro trato diario. Él lo dedujo sin que yo le dijese la mínima palabra – le dije mientras la abrazaba y atraía hacia mí.

-Sos un machista mentiroso…. – alcanzó a musitar antes de que le cerrara la boca con el primer beso.

Nos desvestimos, nos duchamos juntos y, no más de quince minutos a contar del instante que cerramos la puerta,  ella abrió las piernas de par en par y me recibió más ardiente que lo habitual.

La cogida fue superlativa.

Recobrado el aliento, derrumbado al lado de ella pensé “la expectativa de lo nuevo que le aguarda en el 2do. turno la puso más cachonda que nunca”.

Estuvo tan bueno el  primer polvo que, a pesar que no era aconsejable para mí, habida cuenta que no podía fallarle a Flo,  el segundo fue inevitable. Los dos lo deseábamos intensamente y lo hicimos a toda orquestra y orgasmos sobre el filo de la hora. Minutos después, Mónica me dio un largo beso y entró al baño. Me vestí como pude y  me trasladé lo más dignamente posible, me temblaban las piernas, a la otra habitación. En el pasillo nos cruzamos con Marcelo, ambos con los pulgares hacia arriba:

-Andá tranquilo que está hecha una brasita encendida- murmuró

-Tratámela con delicadeza a Mony ¡¡Ehhh!!-

Flo me abrió la puerta vestida y ruborizada. Pedimos una gaseosa para cada uno (necesitaba hacer un poco de tiempo para recuperar fuerzas). Dos o tres sorbos, sentados lado a lado en el sofá y nos dimos el primer beso, lavado si lo comparo con el segundo, con mi mano en su teta izquierda y el tótem irguiéndose, y los restantes de ese día. Raudamente mi mano dejó la teta en procura de la concha. Estaba húmeda y, previo desembarazo de toda vestimenta, la mano fue reemplazada por “javito” que, sin mucha ceremonia, le entró y comencé a cogerla como si hubiese sido el primer polvo después de meses de abstinencia. Flo, tampoco se comportó como una mujer cogida minutos antes (tal vez más de una vez). Sus movimientos fueron alucinantes, gimió, reclamó: “dame, damee, dameeeeeee……no pares!”….”No te vayas todavía….”, gritó su orgasmo.

Fue el único polvo de ese día con ella. No tenía resto, yo, para estar a la altura de esa hembra tan demandante.

Al despedirnos Flo me dijo que había disfrutado mucho conmigo: “Me encantó hacer el amor contigo……”, “Que se repita ¡Ehhh!”.

El siguiente mes,  repetimos almuerzo y After Lunch. En esta ocasión estuve más medido con Mónica, que por otra parte había cogido a full una semana antes en uno de nuestros encuentros a solas  habituales. Flo tuvo toda la atención que merece y pretendía darle.

Los cuatro piratas aguardamos el próximo cierre del reporte. Eso sí, para que la espera no se haga muy larga, una o quizás dos visitas a  uno de los dos hoteles cercanos a la oficina, con seguridad, solemos improvisar con Mony.

Mónica es adicción.         


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