Creí que nunca llegarías.

Pensé que nunca llegaría la persona que soñé, con la que compartir paseos, caricias, momentos... 

No te busqué, nunca lo hice, simplemente apareciste y del todo me perdiste.

Estabas destrozada, dolorida, tus trozos todos repartidos por el suelo, caminé hacia ti sin miedo de lastimarme y descomponerme en trozos. Necesitabas auxilio para repararte, ahora nos necesitamos el uno del otro para recomponer al prójimo.

Somos un desastre, nuestro desastre, tan locamente perdidos que ni recordamos cuán piezas y cómo nos componían, pero eso no es lo que nos preocupa, nos preocupa perdernos y perder propias piezas y mantener del prójimo. 

Aquí nos hallamos, aprendiendo a amar un desastre, con miedo de volver a fallar y cometer los mismos errores, con las mismas preguntas en nuestra cara, las cosas cambian y vemos algo donde nunca hubo. 

Cantemos al cielo, preguntandonos todo, cantemos para lo perdido el uno con el otro, ya sabíamos todo otra vez, sabíamos todo otra vez.