La mentalidad instaurada en cada uno de los habitantes de este frío planeta (precisaré porque hablo de frialdad más adelante) está sujeta a unas raíces, a unas tradiciones propias. Y quien reniega de ellas ¿está en contra de toda su cultura? Presentar una opinión contraria a una tradición no tiene nada que ver con liderar una contracorriente hacia la cultura.
Es bastante evidente el tema que se pone sobre la mesa ya solo con haber hablado de tradición, sin embargo, ¿qué es una tradición? ¿Por qué se acepta como tradición? La barbarie puede ser una de sus características si tenemos en cuenta que las carreras de gallos son una tradición. La barbarie y el odio de la humanidad se descargan sobre un animal indefenso, atado por los pies para que un jinete le arranque la cabeza y, así, demostrar su hombría.
El gallo, ese animal asociado a la fertilidad, derrama su sangre sobre la tierra y así la fertiliza. También se asocia a la masculinidad, a la figura de dueño del corral, de ahí que la sangre vertida sobre el jinete sea bienvenida, pues de esta manera la sangre del gallo "bautiza" a su verdugo.
¿Dónde se encuentra la diferencia entre esta tradición y matar a un toro? La sangre, el ciclo de vida interrumpido por demostrar algo en esta sociedad. El fomento de tradiciones que no respetan la dignidad animal evidencia el poco respeto a un semejante. ¿Acaso no somos animales? El don del pensamiento nos ha llevado a abandonar la razón y crear una falsa superioridad que nos aleja de nuestras verdaderas raíces. Y ahora debe de haber quedado claro el concepto de frialdad, pues la muerte no suele dar una cálida bienvenida.
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