Denunciar relato
El niño me mira desde un rincón de la habitación, aterrorizado. Fuera, los zombies golpean la puerta con furia.
Cuando me escapé del hospital la infección ya se había extendido por el todo mundo. Conseguí una pistola y me abrí camino a tiros hasta una vieja casa en las afueras. En la huida me encontré al niño y me lo llevé conmigo. ¿Qué otra cosa podría haber hecho? Le digo que no se preocupe, pero la lengua se me traba y la locura se desliza en mi voz. Todavía me quedan dos balas en el revólver, una para él y otra para mí, como último recurso.
Fuera oigo gritos. Me dicen que son de la policía, que deje salir al rehén. El niño empieza a llorar. No te preocupes, le digo, los zombies no me van a coger vivo. Ni a ti tampoco.
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