31 de Octubre

Anochece en el cementerio. Una joven permanece sentada en un banco, observándose las manos apoyadas sobre el regazo, pensativa. De pronto, una figura encorvada emerge lúgubremente de las sombras. Camina arrastrando los pies, los brazos colgando lánguidamente a los costados. De su boca entreabierta y desdentada sale un sonido ronco y profundo: es una cancion. Se trata del viejo enterrador, que está haciendo la última ronda. Se aproxima a la joven y, al ver su rostro abatido, comenta con su habitual cháchara:

-No se inquiete señorita; si los muertos no sienten pena.
-Y usted como lo sabe?
-Llevo trabajando aqui toda mi vida... Y nunca he oído a ninguno quejarse -se endereza un poco y observa su reloj- Ahora debo ir a casa con mi mujer, o se pondra paranoica;ya sabe las historias que se cuentan...
-Que clase de historias?
-Hoy es 31 de Octubre señorita!!!
Ahà...-La joven se queda en silencio, pensativa.
-Senor? Puedo preguntarle una cosa...
El viejo ya se iba camino abajo.
-No me ha dicho de qué año.... murmura la joven, mientras limpia los restos de tierra de sus gélidas manos.