Cuatro Esqueletos (Tercer esqueleto)

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Tercer esqueleto

 

Las centurias han limado mis huesos bajo una tierra que me descoyunta poco a poco. Extrañamente siento el frío y la humedad, envejeciendo como un vino en la bodega de un barco hundido en el negro abisal.

¡He caído por accidente en esta fosa! ¡Ayudádme!

La bestia de la soledad me devora sin apiadarse de la agonía que provoca ser despedazado por un depredador invisible. Hasta el más deletéreo de los males da muerte con su compañía; pero, la soledad es diferente, su certidumbre es una enfermedad íntima y exclusiva, como la misma locura.

La conciencia es un mal de la sangre, que no se extingue una vez se derrama.

Ciego, sordo, mudo e insensible, pervivo.

Mis sentidos han trocado en clarividencia, soy atravesado po los sucesos del mundo, y mi resistencia a cada uno de esos hechos que me alcanzan como símbolos incompletos, convierten la realidad en una reverberación que aún me pertenece.

Pues aún poseo, es más, solo poseo; conciencia plena del secreto inefable. Aunque quisiera no podría evocarlo...¡Alas! E ahí tu ventaja, mujer u hombre, vivos. Si algo he perdido ha sido la capacidad de soñar, a no ser que todo esto sea un sueño, cosa que dudo...

¡En el sueño está la senda, oh tú, mortal!

Seguirla es importante, pues quizá solo entonces esta fosa no sea tu próximo destino.

Si hay algo en lo que creí fue en la nada, y en la nada solitaria me he convertido. La nada que se sabe nada, que nada tiene, pues una vez tuvo y, todo, también una vez, hubo perdido.


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