Segunda parte: Siganme
Durante las charlas del medio día han ido intercambiando información y María le ha contado que no baja a comer porque le parece que media hora es poco y que prefiere traerse una ensalada de su casa de Rúcula, y Zanahoria que condimenta de una botellita que ya tiene preparada con sal, aceto y un poco de aceite. En la casa cena con lo mismo pero con un toque de ajo que no le pone en la oficina porque te da aliento fuerte. Juan le ha contado que ha aprendido a recuperar documentos cuando se corta la energía. Y María le ha contado que ha aprendido a solucionar cuando se tilda la maquina sin tener que resetearla.
Síganme, aquí lo vemos de nuevo a Juan entrando a su departamento. María está cansada con las cosas de la casa. Juan con las cosas de la oficina. Van a comer y acostarse temprano porque mañana hay que madrugar para comenzar con otro día. Acérquense, ¿notaron que algo cambió? ¿No? Fíjense en el plato de él. Además del churrasquito, lo está acompañando con una ensaladita de Rúcula y zanahoria condimentada con sal, aceto, un poco de aceite y un toque de ajo picado.
Síganme, entramos en la oficina y al fondo vemos que un apartado está María y Juan, es medio día. La conversación ha transcurrido con los mismos datos que desde hace tres meses. Pero, entonces para qué nos acercamos a escucharlos. Presten atención. Juan le dice en un momento que la verdad es que la oficina es incomoda. ¿Escucharon? Si ya sé que no descubrió la pólvora. Pero no lo saquen de contesto. Escuchen lo que le responde María: creo que alguna vez nos tendríamos que encontrar en algún lugar más cómodo. Ya está. Lo demás son pequeñeces. El plan ya está planteado. Solo falta ajustar el día y la hora y como se las van a ingeniar para que en sus respectivas casas no sospechen. ¿De quién fue la idea? Creo que de los dos: van a pasar parte de enfermo. Van a faltar al trabajo y se van a encontrar… en un lugar más cómodo.
Síganme. Es un día como tantos otros. La oficina está casi toda llena, casi ni se nota la falta de dos integrantes. Síganme bajamos, salimos a la calle doblamos por la 9 de Julio hacia Constitución, doblamos de nuevo por la Juan de Garay y en una entrada, de esas que tienen arbustos para que no se vea bien quien entra y quién sale, los seguimos a ellos dos hasta un primer piso. Hay muchas habitaciones pero entramos en la que están ellos dos tirados sobre una cama. No escuchemos que es lo que están hablando, posiblemente de cómo resetear la maquina sin tener que apretar control-alt-delete.
Síganme, nos retiramos sin hacer ruido, tampoco nos interesa como les fue en esa tarde romántica. Vamos a hacer algo de tiempo yéndonos hasta parque Avellaneda y luego volver hasta la casa de Juan. Llegamos justo cuando Juan está entrando como si regresara de la oficina. María no lo está esperando cerca de la entrada, está en el dormitorio acostada. Le comenta que está agotada por las cosas de la casa y agrega que vino el médico de control de ausentismo y que no lo encontró. María le dijo que se trataba de un error que el enfermo no era Juan sino que había pasado atención de enfermedad por familiar y que justo había ido hasta la rotisería. El médico le había dejado el certificado reconociendo el día. Además le dice que en el Friser hay carne para descongelar. Lo seguimos a Juan hasta la cocina y escuchamos que desde la habitación, María le dice que no le prepare nada para ella que no va a comer porque no tiene hambre. Mientras tanto lo vemos a Juan que en silencio se está preparando un churrasquito término medio, ni muy cocido ni muy crudo, que tenga jugo…
Reescritura 5-6-10
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