Zavod 311 (final)

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Faltaban diez minutos para la hora pactada para el ataque y se oyeron disparos en la zona sudeste de Zavod. ¡Amerriqueins! fue lo que se oyó a lo lejos cuando los estadounidenses fueron localizados. De inmediato todos cogimos nuestros binoculares y escudriñamos la zona. Los centinelas de cada lado lucían agitados y vociferaban por las radios. Era ahora o nunca. El plan de contingencia consistía en tomar por asalto Zavod mientras los estadounidenses, por voluntad propia, eran usados como carnada. Purat y Liaudat fulminaron silenciosamente a los dos centinelas visibles, y entonces los tres ingenieros usamos las herramientas para abrir tres hoyos en diferentes puntos de las verjas e ingresar a tiros a la planta.

            Al inicio no encontramos dificultades en los primeros 300 metros. Ingresamos nueve hombres y los tres francotiradores restantes permanecieron en sus posiciones como contención. Y de pronto Joaquín Iglesias, el chileno de la patrulla Bravo, fue derribado por un soldado de las defensas rusas. Antes de que pueda ubicar al enemigo, Thomas lo abatió a tiros. Mientras tanto más disparos y explosiones se oían provenientes del Sur. Aquel pelotón debió ser numeroso o contar con soldados de élite para perdurar tanto tiempo en batalla. Cual fuera el caso nos venía como anillo al dedo porque la atención se centraba en los enemigos que podían ver y eso nos aclaraba el camino para tomar Zavod.

            Mario abatió dos rusos más y logramos entrar a la cabina de control rusa. Una central repleta de luces y botones y además equipadas con pantallas en las que se podían divisar diversos tipos de tanques y textos en ruso. Sin duda alguna Rusia se había convertido en el rey actual en armamento. Los soldados de apoyo de la patrulla Bravo fueron equipados con suficiente explosivo C4 para volar la cabina de control rusa. Colocamos los explosivos en distintos lugares y salimos raudos del lugar, Antes de dejar la fábrica, Mario colocó una Claymore en las escaleras de la entrada por si algún ruso regresaba. Aún no habíamos sido detectados y todo gracias a los estadounidenses, quienes muy seguramente ya habían caído por el silencio que retornaba al lugar. Sin embargo, no perduraría por mucho más.

            En mi primera intervención en la lucha no había siquiera disparado mi arma. Sería suerte o no, estábamos a punto de cumplir la misión contando solamente una baja. Aunque faltaba aún demasiado por hacer: estas pequeñas batallas, estos pequeños éxitos que lográbamos en distintos puntos fortalecían nuestro espíritu de lucha. Si íbamos a caer como todos los demás, lo haríamos peleando y defendiendo nuestro hogar. Y de pronto Mario presionó el botón y Zavod cayó.


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