Echando horas de más en la oficina 2ª parte.

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Entré en su juego sintiéndome un poco mal por la repugnante situación, pero el morbo y la excitación pudieron conmigo.

— ¿Cariño, todo bien? —preguntó con voz preocupada mientras Alejandro me giraba y me sentaba en la mesa con las piernas abiertas para seguir con lo que hacía antes de la interrupción.

— Todo bien—dudé un poco— el cabrón de mi jefe, que me ha obligado a echar otra vez horas de más—. Me atreví a decir. Alejandro alzó la vista entre mis piernas y como castigo a mis palabras, metió tres dedos sin previo aviso y me dio una sacudida impresionante en el interior. Tuve que taparme la boca para no gemir bien fuerte.

— Joder, que asco de tío, siempre igual… Abusa demasiado de ti.

Y tanto, pensé.

Mientras, mi jefe se deleitaba chupando mis muslos y masajeando —esta vez más suavemente— mi clítoris.

—Termino rápido y voy para casa—. Pensaba colgar, pero el individuo que me estaba matando de placer, me dio a entender por señales que siguiera conversando. — Si quieres hablamos un poco mientras y me relajo —. Susurré en un breve gemido reprimido.

— Claro. Yo estoy preparando la cena, no quiero que llegues cansada y tengas que hacerlo tú. Ahora ducha relajante y a disfrutar.

A disfrutar…

Disfrutar, disfruté viendo como Alejandro se ponía en pié y sacaba aquel pedazo de miembro de su pantalón. No se tomó la molestia en desnudar más que un par de botones de la camisa y apartar a un lado la chaqueta. Me incitó a tocarlo mientras continuaba hablando de la receta que Jorge había decidido hacer aquella noche para mí y sin darme tiempo a mucho, me agachó y lo metió en mi boca obligándome a chupar en mis silencios correspondientes de la conversación.

— Olga, se acabó— dijo mi jefe en voz alta sorprendiéndome unos cinco minutos después de haber saboreado aquel manjar. —Terminamos esto y te vas a casa.

Supe lo que iba a pasar. Sacó el pene venoso de mi boca dejándome con una gran sensación de vacío y me colocó en la postura anterior: apoyada en la mesa con el culo en pompa.

— ¿Es él? — preguntó Jorge.

—Sí, ya salió. Termino en breve y voy, cariño.

Mi feje comenzó a embestirme brutalmente desde atrás, consiguiendo que me tapase la boca para no emitir ruido alguno y me excitó aún más el hecho de que en el habitáculo solo resonara la voz de mi novio tras el teléfono y los huevos de mi jefe chocando en mi vagina.

No pude aguantar mucho ni él tampoco, un gran placer se apoderó de mí. Ésta vez, muchísimo más intenso que la anterior en la que me manejé yo solita a mi antojo. Aquellos chorros que tanto deseaba, salieron con dificultad debido a que no sacaba su pene de mí, matándome de placer. Intenté no gritar, no gemir, no respirar agitadamente… pero cuando sacó su miembro para soltar sus fluidos encima de mi falda, dejando a su libre albedrío que placer emanara hasta empapar su pantalón oscuro… grité sin poderlo evitar dejando a Jorge sin palabras tras el teléfono.

—Olga, ¿te encuentras bien?

— S..si cariño—dije con la poca fuerza que me quedaba— me he dado un golpe con el escritorio.

Y mientras mentía a mi pareja, vi como mi feje se alejaba de mi despacho recomponiéndose la ropa y sin mirar atrás.


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