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La mirada de Fernando se encontraba perdida en la vista que le ofrecía la ventana del lugar y en la bruma que su mente se había transformado. Había vivido una larga y plena vida, pero ahora lo único que le quedaba era la soledad y los recuerdos de una vida que ya no le pertenecía.
Una hermosa y joven mujer se le acerco, le puso su mano en la mejilla y le ofreció una cálida sonrisa, él le sonrió también.
-No.- dijo la mujer, Coquita, y se fue de la habitación, dejando a Fernando otra vez solo con sus recuerdos.
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