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Juega en el borde del estanque justo antes de la puesta del sol. Su abuelo termina de trabajar en la huerta, recoge todas las herramientas que ha utilizado y las guarda en un pequeño cuarto contiguo al camino. Es uno de esos días en que pasa el sábado por la tarde donde más le gusta. ¡Eh! ¡Cuidado! Ahí enfrente hay un saltamontes enorme, no, no, es una cigarra. Corre apresurado por el borde resbaladizo antes de que el insecto desaparezca. Su abuelo cierra con llave la puerta del cuarto. Oye su caída al agua. No hay quejas. No hay nada.
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