Nos dejaron incomunicados. Fuimos encerrados en calabozos separados. Así el oficial a cargo ordenó: “encierren a estos borrachos en calabozos separados hasta mañana.” Por otra parte, y dirigiéndose a nosotros, espetó: “Señores, compórtense con algo de cordura. Afronten el hecho de que están conduciendo bajo efectos del alcohol, lo cual es perjudicial para ustedes y para los demás conductores que encuentren en el camino. Ya habrán visto el accidente de la tardecita, seguramente. Refrésquense y mañana continuarán. Sus vehículos estarán bien custodiados mientras tanto. Despreocúpense.”
Eran las 12 de la noche, aproximadamente. Las luces se apagaron y todo quedó en silencio. Sólo un tímido murmullo flotaba en la comisaría.
Como estábamos en celdas separadas no pudimos mantener ninguna clase de comunicación de ahí en más. No hubo gritos, no hubo discusión alguna, y mucho menos miradas; aunque intentamos, creo, escudriñar en la quietud para saber sobre los otros.
* http://www.pebuwar2.blogspot.com.uy/2009/03/cuento-comunicaciones.html
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