No me mires como antes lo hacías.
Sé infiel con el roce de tu piel.
Pregúntale a mi alma si esto que ahora siento se llama “calma”.
Tócame sin tapujos, sin disfrazar la verdad, tócame con las manos, con los labios, con la mirada pero sobretodo tócame y déjame acabada, sin fuerzas, sin sentir nada, acelerada.
Coge las riendas de mi vida y haz con ella lo que quieras, destrózala, arrincónala, vierte deseo, sudor, todo lo que no llames “amor”.
Busca los matices de mi cuerpo, o mejor no, no los busques, créalos y luego para el tiempo, míralos con detenimiento, exhálales tu aliento.
Roza mis labios.
Déjame sin comentarios.
Vuélvelos emisarios de secretos inspiratorios.
Baja hasta el cuello, apártame el cabello.
Deslízate hasta la clavícula, inspira el aroma que con timidez asoma.
Llega hasta el corazón y ahora sí, revócame la razón.
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