EFÍMERA. ( Capítulo 2/5).
Por Jaimeo
Enviado el 15/11/2015, clasificado en Ciencia ficción
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Siglo XXII.
Yo, Adams Quito, un hombre adulto, doctorado en varias ciencias, decidí investigar la leyenda de la bruja del bosque de aquel extraño lugar. Días y días de exploración, nada; ofuscado hice mi campamento junto a un arroyo y le dije a los nativos guías que se fueran. No estuvieron muy de acuerdo con mi locura; me reí de ellos y de sus supersticiones acerca de la bruja, cómo se les podía ocurrir semejantes tonterías en pleno siglo XXII.
Ya solo, medité sobre la extraña leyenda de una vieja que corría como una gacela por el lugar. Cuando escuché su risa joven y cristalina, la vi avanzando hacia mí tan bella y desnuda; no era la vieja bruja que los lugareños mencionaban, para nada señor. Me saludó en mi idioma con voz musical y una seductora sonrisa; mi miembro viril ya no obedeció a mi voluntad, aunque rara vez lo hacía y menos en esta oportunidad cuando sus brazos tomaron mi cuello y suspirando se echó aquella muchacha en el mullido pasto. Mi mente científica se opacó y sólo quedó el macho embrujado que supo de las delicias de aquel cuerpo, de firmes piernas, pechos y nalgas; las delicias del sexo que a mi edad ya eran casi rutinarias, se transformaron en salvaje pasión de adolescente. Ignoro cuántas horas estuvimos copulando, sólo sé que nunca más iba a encontrar a una mujer tan bella y voluptuosa como ella.
El tiempo pasó raudo, descansábamos abrazados; de pronto me asaltó la idea que era una bruja con aspecto joven y alarmado me senté y contemplé su belleza. Rio como si cantara, se apoyó en un codo, acarició mi rostro con suave mano y movió la cabeza.
–No, no soy una bruja, como dicen los humanos.
–Qué es eso “como dicen los humanos”. Tú eres humana.
–No, no lo soy. Vivo aquí desde la época en que eran todos salvajes.
–No entiendo, si no eres humana y… y dices … –tragué saliva– que vives desde el principio de la humanidad… Espera, espera, esto es una broma y te aprovechas de las leyendas que hablan de ti.
–No, querido, he estado aquí lo que ustedes llaman TODO EL TIEMPO. Pero se acerca mi regreso…–Hubo tristeza en su voz–. En la mañana sentí que mi raza viene por mí.
Ante mi mirada de extrañeza levantó una mano y su dedo señaló el cielo.
–Los escuché. No, no, con mis oídos no. En mi mente, así como puedo leer tu mente o hacer que me “escuches” en tu cerebro, sin hablar.
Sacudí la cabeza, si antes pensé que soñaba, ahora creí que deliraba. Tantas preguntas que hacerle y no hallaba por dónde.
–Veamos, calma, calma –mi mente adiestrada en las ciencias se apoderó de mí. –¿Me estás diciendo que eres E.T.?
Ella, que a sí misma dijo llamarse Eva, asintió con una leve sonrisa.
–Sí, soy de un sistema planetario que ustedes todavía no descubren. Viajamos en dimensiones diferentes a ésta; veamos si así me entiendes, uno de sus aviones de pasajeros debe subir a una altura enorme para poder desplazarse y vuelve a la normal para aterrizar. En breves palabras así viajamos, por galaxias y más galaxias; yo soy una estudiante de la vida primitiva, si lo hubiera dicho a todos los que he conocido antes, no me habrían entendido. Ahora ustedes ya aceptan a regañadientes la existencia de otras inteligencias en otros planetas y en tu mente tú eres defensor de esa posibilidad.
Cerré bruscamente la boca, pues la tenía abierta como un idiota. Mis manos las pasé con cierta suavidad por mi rostro, como lavándolo, me rasqué la cabeza, la barba; ella estalló en risas y ante mi mirada interrogante habló tales cosas que definitivamente le creí.
–Ves, estás como los monos; te rascas y te cuesta aceptarlo.
Calló e inquieta miró el cielo azul.
–Vienen por mí mis hermanos.
–¿Qué? ¿Y andan desnudos como tú? ¿O perdiste o gastaste la ropa? –Mi mordacidad no la afectó.
Dulcemente me besó y poco a poco la pasión se apoderó de ambos.
–¡Ámame! –Suplicó como un grito silencioso– Me voy, sólo seré un recuerdo para ti en tu corta existencia.
(Continuará)
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