Gato y tu

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"Mmmmm, ¡No me molestes! Vete de aquí"

Gato saltó de la cama, y se escabulló entre las cortinas. Por la ventana empezaba a colarse los primeros rayos de luz, ya era de madrugada. Hacía frío, yo no  quería abandonar mi cama. Pero este chico logró tirarme de ella, con tanta insistencia que tenía. Yo ya sabía lo que él pedía, pero yo no estaba dispuesto a acceder tan pronto. Me refugié en el baño, lavé mi rostro y cepillé mis dientes. Mientras lo hacía, volvió el ronroneo que me había despertado, como diciéndome "vamos, apresúrate, no demores por favor", le siguió un bufido.

 

"Ja, ni pienses que te atenderé a la brevedad, no molestes" le dije, como esperando que el animal me entendiera.

 

Entré en la cocina, y fui por su comida de gato. Siempre le estoy diciendo que lo pondré  en una dieta estricta, para que se ponga en forma, pero él me "engatuza" con esos dos cuarzos que tiene por ojos, los abre tanto como para que yo  pueda verme reflejado en ellos. Con ese gesto me conmueve, logrando distraerme de mi propósito.

 

"Que gran actor eres Gato, redondete" le grito, pero él hace caso omiso y sigue pegado de su plato "mm, bueno, yo también tengo que comer, ni modo que sea yo el que haga la dieta por ti".

 

Por alguna razón esa imagen me resulta graciosa, y me preparé huevos con jamón. Cuando terminé el desayuno  pensé en el futuro, en el día que tú llegues, y que no sea Gris (así se llama gato) el que me despierte, sino tú. 

 

"No demores por favor, aquí yo estaré esperándote cada mañana".


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