Dueño en mi afonía
Por J. Pimentel. M
Enviado el 18/11/2015, clasificado en Amor / Románticos
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Contigo vivía en una prisión de la cual no podía salir, me asfixiaba, me ahogaba.
Cada día planeaba cómo escapar de tu lado para no sentir más este infierno que es no amarte, ya no insistas, pues no lograrás enamorarme, mi corazón se lo entregué a otro.
Te lo imploro, déjame volar como las palomas en el techo, déjame ser libre.
No te deseo mal, pues a pesar de que nuestras familias deseaban nuestra unión, aun sabiendo que para nuestros ojos éramos completos extraños, siempre has sabido comprender que en el corazón de una mujer no hay quien pueda lograr que cambie de parecer.
Con tus tratos sutiles y caballerosos me confundes, y en lapsos creo que a tu lado no es infierno sino un pedazo de cielo en un mundo perverso. Pero esto es absurdo, pues amo a otro. Qué sucio juego me propone este corazón mudo.
Ya no me verás, no me tocarás, tus intentos para hacerme cambiar no tendrán a su víctima ni un día más; ya basta corazón traidor, no lastimes mis ojos, no provoques una tormenta que me impida marchar…
Sin que lo supieras logré escapar, sin decirte volé cual paloma que dejan salir de su jaula, así me sentí tan llena de gozo.
Pensé haberme quitado el peso de una cruz que me asfixiaba, pero de veras te digo que ahora te escribo, que no vivo como había previsto, no me siento a gusto; y es que como toda avecilla quiero volver a mi nido donde estuve, donde me cuidaron, donde me amaron.
Ahora que no estas sé que soy una tonta, pues sé que te amaba; mi absurdo corazón me ha dicho que eras tú a quien realmente amaba.
Me has buscado y encontrado, pero no puedo dejarte ver mi verdadero ser, pues ahora deseo que me digas lo que antes despreciaba, anhelo sólo una caricia para poder decirte: siempre supe que te amaba, pero estuve ciega y mi corazón no me hablaba.
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