Un juego que me deja fría... y caliente a la vez

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Me apetecía experimentar, y me acerqué a la nevera. Quería ver qué había allí, pero nada de lo que veía me motivaba. Decidí abrir el congelador y allí estaba, una bolsa de hielos, grandes, redondos, ideales.

Cogí un pequeño bol y una toalla, y con mi bolsa de hielos, me fui a mi cama, mi lugar de descanso, y de placer. Puse una toalla debajo de mu culito, para no mojar la cama más de lo necesario, y los hielos en el bol.

Mientras lo hacía, me metí uno de ellos en la boca, para que se deshiciera un poco y no me quemara. Me tumbé, con los hielos a mano, y comencé a jugar. No tenía prisa, y quería disfrutar de un nuevo juego imaginado.

Saqué el hielo de mi boca, metiéndome otro en ella, y con él en la mano, comencé a pasarlo despacio, haciendo círculos, alrededor de mis pezones, girándolo.

La sensación de frío provocó que al momento se endurecieran, se excitaran. Eso me gustó. Primero por uno, luego por el otro, rozando la punta con el hielo, me sentí muy caliente.

Bajé el hielo por mi tripita, rodeando el ombligo, que enseguida se inundó por el agua fundida. El hielo goteaba, por lo que con la otra mano hice aflorar mi clítoris y dejé que goteara sobre él. Gota a gota, golpeándolo suavemente.

Al principio era una sensación muy suave, las gotas chocaban de forma casi imperceptible contra mi clítoris, pero luego resbalaban frías hacia mi sexo, recorriéndolo, y llegando ya calientes a mi culito. La humedad que sentía por el goteo me ponía a mil, y necesitaba seguir.

Puse en contacto el hielo con mi clítoris. Pensé que iba a enfriarme, pero al contrario, respondió hinchándose, sensibilizándose mucho. Lo gire a su alrededor, como había hecho con mis pezones, y me sentí muy excitada.

Empecé a pasar el hielo por mi sexo, recorriendo la línea entre mi clítoris y mi culito. Me gustaba mucho la sensación. El hielo estaba humedecido, y yo empapada. Lo apoyé sobre la entrada a mi sexo, y unos segundos después, lo empujé dentro de mí.

Que gusto sentirlo ahí. Saqué el hielo que tenía en mi boca, y con él me acaricié durante un rato el clítoris, hasta que decidí metérmelo dentro, con el otro. Lo posé sobre mi sexo, y empujé. Y entró. Tenía dos hielos dentro.

Cogí un tercer hielo del bol. Estaba algo fundido, por lo que no pasó por mi boca, sino que se dirigió directamente a mi sexo, entrando en él, juntándose con los dos hielos que ya había dentro.

Metí un cuarto. Con éste ya me sentía llena. Puse un dedo sobre mi sexo, para que no salieran de él, y comencé a abrir y cerrar las piernas. Los hielos se movían dentro de mí como si fueran bolas chinas. No tardaría en llegar al orgasmo así, y me empecé a acariciar el clítoris mientras movía las piernas.

Y entonces pasó algo que no me esperaba. ¿Habéis jugado alguna vez con nieve, y las manos se han quedado heladas, y han reaccionado poniéndose rojas y muy muy sensibles? Pues eso mismo me pasó en mi sexo. De repente se puso muy caliente, y me proporcionó un orgasmo como nunca había sentido, intenso, largo, potente.

Cogí otro hielo, ya que los que tenía dentro se estaban fundiendo, y me lo metí. Cerré las piernas, sintiéndome llena, y me acaricié rápidamente el clítoris, provocándome otro orgasmo, que fue más intenso aún que el anterior. No me lo podía creer, jamás había experimentado tanto placer.

Me puse en pie y comencé a andar por la habitación, con las piernas cerradas. Los hielos se movían dentro de mí, provocándome intensos orgasmos, mientras el agua templada se escurría entre mis muslos, en una sensación muy placentera.

Volvía a la cama, y metí dos hielos más. Estaba ardiendo y se descongelaban muy rápido, más de lo que deseaba. Cogí mi consolador y me lo metí dentro. Primero en mi sexo, moviendo los hielos, que alcanzaban todo el interior de mi vagina. Cada vez que lo metía y lo sacaba, se recolocaban, proporcionándome nuevos orgasmos.

Decidí acabar con aquello de una manera brutal. Para ello introduje mi pene de plástico en mi culito. Entró muy suave, estaba muy lubricada, y moviéndolo ahí conseguía que los hielos bailaran dentro de mi sexo.

No sé cuántos orgasmos conseguí, pero fueron los más intensos que jamás he tenido. Acabé tumbada sobre la cama, con mi sexo chorreando, expulsando pequeños chorros de agua en cada espasmo que tenía, procedentes de un orgasmo intenso, largo, inacabable, genial.

Publicado en mi blog http://azucenal.blogspot.com

 


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