Carne a la Brasa

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Carne a la brasa.

 

-¡No!, aléjate, no te quiero-

 

-Pero, déjame explicarte-

 

-Las explicaciones tuyas, son vanas tus palabrerías-

 

-¡No es cierto!- su ira, atravesó de una manera fulminante sus ojos causando una explosión en el mundo exterior y de la chica frente a él.

 

-Apártate o llamaré a la policía- un tono amenazador tomó vida al momento de salir de la comisura de sus labios.

 

-Este no es el fin-

 

-Claro que lo es, vete-

 

Tomándole fuertemente de los brazos le propino un beso y en medio del mismo dijo: TE AMO.

 

-Cállate, mentiroso, te odio. Te quiero ver muerto para así poder continuar-. Dulces palabras...

 

La puerta sonó fuertemente al ser azotada en contra del marco.

 

Llanto, llanto, tras ser cerrada una puerta siempre se escuchan los típicos alaridos de los humanos... tal vez por felicidad, o quizás por tristeza. No obstante, esta ocasión no es una excepción. A pesar del contenido melancólico de la breve discusión, toda ocasión es una oportunidad.

 

-¡Oh! basta, basta, vas a ocasionar que... ja, ja, ja...- su risa.

 

-Es imposible para mí contenerme-

 

-Oh, ya veo, te place verme así-

 

-No existe otra forma de verte-

 

Su mirada absorta me transmitió los fríos recuerdos del pasado, asomando una pequeña mirada de nostalgia, unida con alegría por este maravilloso comienzo.

 

Los comienzos suelen ser felices, o tal vez duros. Pero, esté estaba lleno de felicidad.

 

-Amor, acércate, cenemos- dije.

 

-Oh, espera, a pesar de que ya estamos en casa juntos, eso no significa que no deba arreglarme para ti-

 

-Cuanto me gusta escuchar eso-

 

-Hoy es el día, lo sé- susurro entre dientes

 

-Ven amor, siéntate a la mesa-

 

Una mesa adornada con instrumentos de plata, todo tan calculado. Me quedé atónita. No podía creerlo, las bandejas con su respectivo tapador ocultando el plato principal. Dejándolo todo a la imaginación.

 

Su sonrisa de asombro me llenaba aún más de amor. He preparado todo esto con antelación, lo que le presentaré hoy no es nada normal, sé que lo he hecho con anterioridad, pero siempre sigo sintiendo el mismo nerviosismo.

 

Sentados en la mesa, comenzamos a charlar un poco sobre el día tan laborioso que habíamos tenido. Fue justo en ese momento, donde tome la servilleta, me detuve un momento, y la miré fijamente a la cara y le dije:

 

-Antes de iniciar una nueva vida es necesario que ambos estemos felices-

 

-Pero, ¿qué dices? Ya lo soy-

 

Sus palabras me dejaron desconcertado, lo que le iba a presentar no tenía comparación. Debido a esto, primero decidí que era de comer.

 

La ensalada muy bien preparada, mi paladar se degustaba, seguidamente vino la carne a la brasa, con un gusto muy exótico, los sabores, mezclados del vino y de todo lo probado me dejó exhausta.

 

Era el momento. Fue entonces cuando comencé a hablar:

 

-¿Te gusto todo?-

 

-Excelentemente preparado, me haz dejado atónita. ¿Cómo lo haz hecho?-

 

-Pues, toma el recetario- Era el momento.

 

Ya es el momento, tanto esperar, 3 meses luego de Andrés, y 6 meses más para cultivar este amor. Es ya momento para que mi vida inicie.

 

Tome el recetario y comencé a leer.

 

"Forma de preparación:

 

Leña o carbón

Buen corte de carne

Verduras

Parrilla o barbacoa

Broquetas para ensartar la carne y las verduras

Pinzas largas para no quemarse.

 

Preparación de la carne.

 

Luego, de elegir la mejor presa, tienes que picarlo de forma uniforme, con un cuchillo muy afilado. Poco a poco sin olvidarte de ninguna parte. Es necesario hacerlo todo en un bañera, con guantes, sin prestar atención a la abundancia de sangre…

Su rostro comenzó a cambiar.

Los gritos tampoco interesan, fíjate en el destino y la satisfacción posterior.

Siempre recuerda guardar todo de la presa, por ejemplo, el de la mía fue: Andrés Eduardo, 27 años, ingeniero…

De rodillas me encontraba ante ella, pero su respuesta fue la de siempre.

- ¡Qué hiciste? -

- Pero, tú lo pediste –

- ¡Nunca, yo no lo hice! –

- Sí lo hiciste, incluso dijiste que te iba a traer paz, por eso lo hice –

- ¿Qué estás loco? –

- “Te quiero ver muerto para así poder continuar” esas fueron tus palabras, solo que no pude ponértelo frente porque podrías traumarte –

Vomitó de forma estrepitosa, salió corriendo. Cuando la perseguí, vi que había tomado el teléfono.

 

En mis brazos, ya tranquila, la sostuve. Todo había pasado. Una semana después y ya todo había vuelto a la normalidad.

Era momento de contemplarla nuevamente, detrás de un vidrio muy costoso se encontraba, con la ropa que más me encantaba y su corazón apuñalado.

A pesar de su estado, pude cumplir el deseo que le permitía continuar.


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