El DAÑO DE LAS PALABRAS
Por Isabel A. G.
Enviado el 26/11/2015, clasificado en Varios / otros
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Soñaba con “un príncipe azul” y pronto encontré “mi media naranja”. Decidimos embarcarnos en una nube y hacer un viaje juntos, donde los posibles infortunios serían “pruebas a superar para demostrar el amor que sentíamos el uno por el otro”. Perdí mi sombra para convertirme en la suya. Poco a poco mis amigos se fueron quedando al margen de mi historia, sabía que “con sus celos me demostraba todo lo que me amaba” y eso me hacía feliz. Siempre estuvo pendiente de mi y de lo que hacía, “no cabían los secretos en la pareja” todo su empeño era protegerme. “Con todo lo que hizo por mi” me sentía en deuda y le convertí en el centro de mi universo “vivía por y para él”.
Nuestras diferencias se hacían cada vez más insalvables, pero “¿quién era yo para separar lo que un día Dios unió?” así que luché con todas mis fuerzas para evitar que el barco se hundiera. “Por amor haría cualquier cosa” porque como dice la canción: “sin ti no soy nada”.
Con el tiempo aprendí a tolerar sus borracheras pues así lo prometí: “en la salud y en la enfermedad”. Después de los insultos, desprecios y humillaciones, no tardaron en aparecer golpes y palizas, pero “el amor podía con todo” así que preferí comprender, perdonar y ayudarle.
Nadie sabrá lo que viví y todo porque decidí callar por miedo a que pensaran que “estaba loca y era una exagerada”.
Ahora que me veo tumbada, teñida de rojo, con el alma vacía y el cuerpo destrozado, maldigo la frase: “hasta que la muerte nos separe”, pues sin apenas darme cuenta, me ha ganado la batalla.
Ya fuera de mi cuerpo, en esa película de nuestra vida que se nos proyecta poco antes de dar el paso a otra dimensión, me he dado cuenta que esto no es lo normal y mucho menos es amor. Estos mensajes nos han ido penetrando día a día con mucha sutileza. Hasta el punto de ni tan siquiera darnos cuenta de lo dañinos que pueden resultar, mermando nuestra persona y porque no, provocando incluso nuestra destrucción. Todo porque acabamos viéndolos “normales”.
No sé si en algún momento volveré de nuevo a esta dimensión, sino lo hago, al menos tú, mujer, que estás ahí, aprende a desarmar estas maniobras. Crea tu propia historia, de principio a fin; no la que la sociedad te ha escrito, desfasada y dañina para los tiempos que corren. Vive una historia donde las naranjas sean enteras; donde muestres al mundo la luz que llevas dentro de ti, capaz de guiarte y protegerte. Una historia donde no sea la muerte la que nos separe, sino el desamor o la falta de respeto.
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