Luisito

Para Luisito, a sus ocho años, salir a pasear un domingo por la mañana con su abuelo es una auténtica fiesta. Los bollos rellenos con crema de avellanas de la pastelería de la calle ancha; los cromos de los Minions del kiosco de Miguel, que aún abre ese día porque toda la vida se ha hecho así, según dice el abuelo; o los mimos de la avenida, con su cara pintada de blanco y ese descaro que tan poco le gusta al anciano, son motivos más que suficientes como para no dejar escapar ninguna excursión dominical haga calor o un frío del demonio como ahora.

—Venga. Abróchate bien el abrigo y no le des guerra al yayo con la tabarra de los cromos —le dice su madre entre pescozón y pescozón.

—Que sí… —le contesta refunfuñando Luisito.

El niño apenas ha esperado que el interfono haga clic para lanzarse escaleras abajo y cogerse como una lapa de la mano de su abuelo.

El viejo con una sonrisa, pero con ademán autoritario, va frenando la carrera del chiquillo para reconducirlo a un paseo que parece recrearse con cada baldosa.

— ¿Yayo, qué es populismo?

Al oír aquello, el anciano esboza una sonrisa parecida a las que le provoca las meteduras de pata de sus rivales en las partidas de cartas del bar. Es la ocasión ideal para hablarle al crío de los despropósitos de aquellos perroflautas que piden y piden sin querer saberse nada de obligaciones.

—Vamos a ver, Luisito, ¿no te he hablado nunca de esa gentuza que pide cosas como cobrar más de lo que ya le paga papá o que le pague dinero cuando ya no van a trabajar? ¿Eh? Pues hay gente que le dicen a esos… —el abuelo se ahorra una palabra malsonante mientras aprieta los dientes sonriendo— En fin, a esas… ‘personas’ que les van a dar todo eso que piden si les votan.

—Entonces, si alguien le promete a otro algo que no le puede dar, ¿es populismo?

El viejo, sin apenas disimular una carcajada de satisfacción, le da un apretón en el hombro al niño mientras asiente con la cabeza.

—Pues esos que dicen que le van a bajar los impuestos a papá también hacen populismo, ¿no?

—Bueno, Luisito… Eh… ¿Vamos a comprar cromos de los Minions?