Querido amigo.

“Los monstruos son reales, los fantasmas también lo son. Ellos viven dentro de nosotros y algunas veces ganan.” Las lágrimas recorren su rostro, el terror se refleja en sus ojos. Hay alguien más, observándola, esperando la mínima distracción para atacarla, sí, atacarla, ahí donde más le duele, su punto débil. No es una persona, parece ser una sombra, la silueta espectral recorre la habitación, soltando burlonas carcajadas y arrojando objetos contra el suelo, mostrando su odio. Bajo la cama se esconde ella, sabe perfectamente que nadie puede ayudarla, se encuentra completamente sola y nadie se molestará en rescatarla, no hay escapatoria. No sabe cómo llamarlo, no tiene nombre, se ríe y le hace la vida imposible. Ni siquiera ella puede pasar un minuto sin escuchar en su mente una risa amarga, una burla hacia su persona. ¿Es ese su último día?, nunca había temido la muerte, ahora sin embargo siente pánico, sabe que la sombra la perseguirá eternamente, en la vida y después de perecer. No tenía motivos para vivir, tampoco para morir, es más, sabía que lo que esperaba era lo peor. No sabe cómo acabar con esto, el único pensamiento que recorre su mente es el suicidio, si aún no ha acabado con su vida es porque teme lo que vendrá después, no sabe con certeza que eso la dejará en paz. Con cada miedo se hace más poderoso, ya no lo puede controlar. No es el típico monstruo que tememos de niños, como cuando mirábamos bajo la cama o dentro del armario, no es ese terror que nuestros padres ahuyentaban con los cuentos antes de dormir, como dejábamos la lamparita encendida y así estábamos seguros bajo las mantas. Este monstruo es diferente, se esconde en su interior, alimentándose de su ser, corrompiéndole, llenándole de desgracias y pensamientos negativos. Acechando para atacar en cualquier momento, ahí donde más le duele, no sirve de nada ocultar sus temores, el los encuentra y de convierte en ellos. Ese demonio vive en su persona, forma parte de sí misma, ella le detesta pero sabe que sin él no podría vivir, la única forma de librarse de él, por el momento es la muerte.