EL MALENTENDIDO

¡Condenado pero mío! Murmuro satisfecho el deforme demonio de 15 cuernos y siete ojos, mientras sacaba la cabeza de las entrañas de la tierra, lejos por fin, del ruidoso infierno. En sus brazos portaba un cuerpo, despojo deshuesado del macabro tormento sufrido. ¡Lo tengo!, gritó la bestia mirando al Cielo. El demonio convulsionó entre horribles espasmos, la podrida carne se desprendió de su cuerpo en luminosa catarsis celestial. La Belleza infinita e inenteligible de la inmortlidad de un ángel, se liberaba de la ponzoñosa prisión de carne abismal. Mientras, sus majestuosas y bruñidas alas se desplegaban en abanico de pura luz y armonía. El Ángel volvió a mirar al cielo y de poderoso salto cubrió la mitad del camino de vuelta a su hogar. Lo sentimos Sr. Nietzsche, susurró el ángel a su maltrecho acompañante. Entendimos mal, aquello de “Dios ha muerto”.