El Inspector Carrados y la Muerte Silenciosa. ( 4/6 )

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Artes Marciales.
El médico los dejó en la puerta del edificio, ya no reía, en realidad los hechos se presentaban muy malos como para hacer chistes.
– Carrados, mientras ustedes investigan estaré atento ante cualquier situación extraña que llegue al Instituto.
– Gracias Scapinni, sé que cuento contigo. Me llamas a mi celular, quiero ser el primero en tener más antecedentes.
Mientras conducía su coche, el Inspector Carrados contra su costumbre, iba conversando con su fiel ayudante.
– Creo, señor González, que haremos una investigación entre los elementos policiales, militares y artes marciales- –Silenció brevemente– Mmmmm, prefiero comenzar con las diferentes escuelas de artes marciales. Acuérdese que tenemos amigos y conocidos.
– Por supuesto Jefe, podemos comenzar, si usted quiere, en nuestro propio grupo de entrenamiento de karate. Mi problema, no sé si es el suyo, es cómo interrogarlos sin que se den cuenta de estas indagaciones confidenciales.
– No se preocupe, el maestro “Bruce Lee” nos ayudará, naturalmente me refiero a mi amigo Ling Fú. Un hombre ya anciano, sabio, prudente y muy inteligente; confío en su discreción.
Ling Fú en realidad era un hombre anciano, totalmente chino; vestía con traje tradicional, su escasa cabellera lucía con orgullo una coleta de cabellos plateados, la casa estaba adornada como si estuviera en China. Afable, respetuoso y hasta parecía débil con su estatura un poco más alta que los de su raza. De hecho los dos policías conocían la peligrosidad de ese amable ancianito, cuando, reemplazando a los maestros de su escuela de karate hacía sus demostraciones con movimientos que derrotaba a todos sus contendores. Parecía ser incapaz de matar ni a una mosca, proclamaba la paz y evitar los enfrentamientos.
Mientras conversaba con su amigo el Inspector Carrados y su ayudante, sentados en esteras junto a una pequeña mesa tomando un agradable té, quedó pensativo por el relato de los homicidios acaecidos fuera de su mundo.
– ¿Está seguro Inspector que esto tiene olor a artes marciales? –Su voz no tenía acento alguno, como se pudiera suponer, pues hablaba nuestro idioma perfectamente.
– Sí, maestro Ling Fú, las lesiones mortales están hechas por gente que conoce de karate.
– Mmmmm, –la mirada del anciano se perdió en el espacio– hay mucha gente que puede provocar estas muertes. Por ejemplo hay colegas suyos que son excelentes luchadores y que todavía vienen a este humilde lugar a practicar nuestro arte.
Carrados lo miró interrogante.
– Sí, amigo Carrados, hay gente retirada de sus filas que podrían ser maestros si quisieran. Esta tarde precisamente viene un grupo de diez ex Detectives; acuden hasta tres veces por semana. Se me ocurre que pueden ser de excelente ayuda en sus pesquisas.
Ya en la calle González no pudo dejar de comentar.
– Jefe, sí lo hacemos con cautela podremos obtener información de los viejos.
– Señor González, no existen los Detectives viejos, pues es toda una vida que llevan en su cuerpo y mente conocimientos y habilidades que tanto les costó aprender. Claro, debemos dejar fuera a los enfermos e inválidos.
– ¿Qué … quiere decir, Jefe, que … –su mirada entre interrogante y sorprendida cayó sobre Carrados– que los autores puede ser un grupo de funcionarios en retiro…
El sabueso le dio una extraña mirada, con un brillo que bien conocía el ayudante.
– Señor González, los autores pudieron ser hasta marcianos. Lo único que dije fue que un Detective sigue siendo policía toda su vida; no necesariamente pudieron ser ellos los criminales.
Nuevamente su superior jerárquico cayó en ese estado “catatónico”, al decir de González, silencio absoluto; se detuvieron junto a una vitrina de una tienda como si estuvieran mirando la mercadería, pero la verdad es que estaban sumidos en sus propios pensamientos. Finalmente, el Inspector movió su cuello en un claro ejercicio para soltar sus músculos y se dio vuelta a mirarlo.
– Estaremos en esa práctica de karate y aprovecharemos de saludar a antiguos Jefes.


(Continuará Cap. V ).


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