Reciban muchos besos

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La muerte, lo juro, no me asusta. Pero me entristece dejar atrás la familia. Mis hijos, mi mujer. Siempre pensando en ellos y ahora dejaré de verlos. Pero no para siempre. Eso me alegra. La muerte al fin y al cabo es dormir, si acaso. Pero no es sufrir. Y yo soy creyente. Sé que hay vida después. Pero es el adiós lo que me duele. Llorar porque no tendré a mi lado a mis hijos. Jugar con ellos. Besarlos, aunque son dos hombres y yo insisto en tratarlos como a niños. Me gusta como huelen. Me gusta como son. Y me emociona ver que están unidos para siempre. Que se quieren y hablan todos los días. ¡Cuánto los echaré de menos! El mayor tiene veinticuatro años, y el menor solamente catorce. El padre da gracias a Dios porque son maravillosos. 

Y está mi mujer. Mi vida. La compañera que merece mucho más de lo que tiene. La persona más buena del mundo. La "Carita de Luna" que se dejó enamorar por un loco del teatro que la invitó a ir a una playa en busca de un extraño árbol. Todo era mentira. Ella lo sabía, quiero creer que sabía que lo que quería era besarla, pasar la tarde con ella. Pasar mi vida con ella.

Dios, gracias. Ha sido esposa, amiga, el pilar en la familia. Tan inteligente, tan guapa, tan generosa.

Te pido perdón porque no supe hacerte feliz. Tú merecías mucho más. Y mereces que la vida te sonría. Por favor, vive. 

Y la muerte por eso no me asusta. Solo me entristece cerrar los ojos y decir adiós a las tres personas que quiero con todo mi corazón. 

Cuando no esté en la sala, leyendo, escribiendo o viendo las noticias, o escuchando música en Radio Clásica, quiero que ustedes tres me recuerden con la mejor cara. Y los quiero siempre juntos. Más unidos que nunca. Así seré feliz en la otra vida. Sabiendo que ustedes me llevan en el corazón y también porque son felices por vivir, por conocer a personas maravillosas y porque hay paisajes, sonidos, sabores, tanto por descubrir. Háganlo, por favor. No dejen de vivir.

Ahora que ya muero, que sepáis que no me asusta la muerte. No me asusta que llegue. Estoy al otro lado, tan cerca, de verdad. Esperando, anhelando el abrazo, los besos, el caminar más unidos que nunca en la eternidad. Les espero, familia. 

No hay espacio para la tristeza. No quiero corazones negros. Quiero la alegría en ustedes, porque ustedes se merecen esa alegría y lo mejor de la vida. Lo tendrán.

Papi os quiere, tu marido te quiere. 

¡Ha sido tan hermoso ser parte de vuestras vidas! 

Perdonarme por mis fallos, por mis muchos fallos. 

Les amo, familia. Con toda mi alma. 

Ya les espero. 

Hasta luego.

Reciban muchos besos.


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