FIN DE AÑO EN BUDAPEST (UN HECHO EROTICO)

Fin de año en Budapest. (Un hecho insólito)

Dedicado a Svetlana...(De un italiano conocido por casualidad)

Hay algunas experiencias en la vida que nunca olvidaremos, y siempre las llevaremos dentro de nosotros como algo extraordinario que nos ha pasado. Algo realmente especial que contar, que ha cruzado el camino de nuestras vidas. Me fui a pasar el fin de año a Budapest en Hungría, Cinco días solo, lejos de todo y de todos, para regenerar mis pensamientos y permanecer conmigo mismo. El Hotel, Euro Star un 4 estrellas de diseño, renovado en el año anterior, estaba en el Kossuth Lajos u, la calle principal que lleva al puente de las cadenas y que divide en dos partes a la cuidad en Buda y en Pest. Cruzando el puente, se llega a los famosos baños termales Gellert. Había reservado una habitación doble, para tener la sensación de no estar demasiado solo y con la esperanza de conocer alguna bella niñita. En la octava planta del Hotel, en la terraza descubierta, desde donde se podía ver casi toda Budapest, el Puente Blanco, el Castillo, el Parlamento, y por supuesto el río Danubio; se encontraba una enorme piscina de hidromasaje con agua a 38 ° de temperatura. En la sexta planta, se encontraba mi habitación, con una grande cama central, y grandes ventanales desde lo que se podía disfrutar de la vista del centro histórico. En la primera planta, desde las siete a las once de la mañana, servían el desayuno. Y es aquí, en la primera planta del Hotel, que todo nació.

Cada día, durante tres días consecutivos, mi atención fue capturada por una joven pareja de recién casados ?? quienes habían reservado la habitación contigua a la mía. Venían de Hajdúdorog, una pequeña ciudad a 300 Km de Budapest, para celebrar su segundo aniversario de boda. Ella se llamaba Svetlana, tenia 23 años, y era médica. Tenía un cuerpo voluptuoso, una piel blanca como el marfil, y unos ojos negros como la noche, vivaces y expresivos, los cuales resaltaban una belleza de niña casta. Aunque, para ser honesto, cada vez que la veía, con aquel semblante dulce e soberbio, mi imaginación se colmaba de deseos por aquella niña pequeña, pero con curvas.

Ero consciente de la imposibilidad de vivir algo con ella, visto que se encontraba en compañía de su esposo. Era un hombre invadido por aquel aburrimiento común que se establece entre las parejas que se casan demasiado jóvenes. Tenía siempre aquel aire cansado, de quien no hace nunca nada. Ella, tenía todavía los ojos resplandecientes de emoción, listos para descubrir cosas nuevas y vivir todo aquello que la vida le ofreciese. Durante el desayuno, y también, cuando nos encontrábamos por casualidad en el ascensor, sentía la mirada de aquella chiquilla, que me seguía de una modo inusual, brillar de curiosidad, como si quisiera decirme algo. Pero nunca nos dijimos una sola palabra, ni siquiera un simple saludo, ni una banal sonrisa, algo que me hubiese hecho pensar de un modo diferente. A pesar de aquella actitud reservada y distante, por las vibraciones que me llegaban, advertía algo entre nosotros. Sin embargo, no pudiendo romper aquella embarazosa situación, decidí dejarlo pasar. "Pero lo que está destinado para ti, se produce a pesar de todo, incluso si las circunstancias son desfavorables” El día después de la víspera de Año Nuevo, la ciudad de noche estaba desiertas, los restaurantes y los bares estaban vacíos.

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