La pira

Está pasando, no sé cómo pero está sucediendo. Lo he barrido todo, hasta el último rincón, he vaciado todos los cajones y lo he tirado todo sin mirar qué había en ellos. La ropa de cama ha salido volando por la venta, se amontona en el jardín con el resto de enseres: libros, discos, zapatos y muchas hojas de papel arremolinándose. He roto la cama en pedazos, el colchón también vuela, y los cuadros, la alfombra corre la misma suerte. Me puedo imaginar la pira.

Con tanto trajín me he cortado en la mano, lo noto por las huellas dactilares rojas que voy dejando sobre todo lo que toco y por un ardor intenso que me enfurece aún más, lo pago con el papel que decora la pared. Ese color amarillento me recuerda los kilos de tabaco que se han consumido en esta habitación, y coca. Pego un tirón pensando que va a desaparecer de la habitación pero no, el hijo de puta está bien pegado, apenas he podido arrancar  una triste tira.  

El corazón late con violencia, no comprendo nada, todo está pasando rápido, los pensamientos se aceleran y retroalimentan la mala hostia que me empieza a consumir. No queda nada por destruir. Grito, grito y vuelvo a gritar, hasta que noto una puñalada en la garganta que me deja sin aliento, arrodillado ante lo que parece ser la derrota de mi vida.

Mi padre siempre me decía que 'la palabra y el honor es lo único que no te pueden arrebatar'. Y es cierto, nadie te puede quitar eso, lo que sí puede pasar es que te quedes tú y tu honor bien solitos y bien jodidos. Nadie te explica eso.  Por eso le voy a prender fuego a esta puta casa. Para no tener que recordar todos los malditos días como he llegado a esto, para construir desde las cenizas algo nuevo, algo común y sin sentido, algo que no le importe a nadie, que no interese. Me dejaré llevar por la corriente con una sonrisa dibujada en mi rostro, asintiendo, aunque por dentro esté vomitando. Trataré de agradar, no disputaré nada, perderé todas las batallas. Así alguien podrá sentirse triunfador y no le joderá la vida a otra persona.