No sintamos miedo, ni del individual ni colectivo,
ni del de verdad, ni del de ficción,
tampoco del inventado por el subconsciente,
y menos del que tiene buenas raíces en su profundidad.
No temamos a las manos vacías, sino a los corazones con
aplazamientos y sin historia, que funcionan al mínimo,
por puro instinto de supervivencia.
No sintamos pavor de las inseguridades, inquietudes,
incógnitas, a las preguntas y sus respuestas,
a darle luz a los sueños postergados.
Alejémonos de realidades disfrazadas de soledades,
del hermetismo programado, de lo estático ,
de los amores con contrato y letra pequeña.
Démosle la bienvenida a las fabulas, a las galaxias,
a lo oscuro, a la luz, al estado constante de búsqueda,
a la metamorfosis de los deseos inalcanzables en realidades.
A sentir y vivir, de forma natural e improvisadamente imperfecta.
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