UNA SIMPLE TARDE DE INVIERNO
Pasara el frio, se caerán las hojas de los arboles, lloverá, pero siempre me
tendrás ahí, a tu lado.
Hoy estuve allí. Toque la lapida y sentí el frio… también note tú presencia
mirándome desde la bruma, la cual envuelve el ultimo resquicio de la vida,
y esta no es otra que la muerte.
Anochecía, observe que estabas muy solo, me preocupe de la situación tan
inquietante del momento… éste momento de angustia, de la soledad que os
rodea, sentí pena, llore por dentro.
Una voz sonó en mi cabeza, la reconocí, era la tuya amigo mio. Calmaste
mi desasosiego como siempre lo hacías en vida.
Me alegre de oírte una vez más (una de las tantas), me acompañaste, como
en algunas de esas tardes tan largas… sobre todo las del invierno, las que
se acercan a ese cuatro de diciembre negro, ese maldito, bastardo día...
Pose mis manos en la losa. Sentí tú presencia, ahora me voy, triste, aunque
me instes en lo contrario.
Pronto volveré, amigo.
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