Un relato navideño: Un piano a la orden 2
***POR FAVOR, LEE LA PRIMERA PARTE PRIMERO O NO ENTENDERAS QUE SUCEDE ACA. GRACIAS:)***
—Quizá... Quizá si intercambio los tres por dinero pueda tener lo que necesito... —lo pensé durante una buena cantidad de segundos.
Recordé las palabras del señor Isaac:
—Lamento no tener dinero para recompensarte muchacho. ¡Pero mira! Puedes llevarte esto, es un lindo collar.
Las de la abuela:
—Quiero darte este reloj, espero te guste.
Las del pequeño Edward:
—Ten, quiero darte esta pelota. Cuídala bien, ¡es muy divertida!
Entonces me dije:
—No, no puedo intercambiar nada. Puede que sean regalos de completos extraños pero al igual que todo, tienen un valor. Y ellos me lo dieron como muestra de agradecimiento ante su falta de dinero, no puedo simplemente deshacerme de ellos, no es correcto...
Pasé el resto del tiempo bastante afligido, pensando en que le diría a Norman como excusa por haber roto mi promesa. Mis esperanzas se terminaron, y solo me encontraba de camino a casa.
Un hombre chocó conmigo.
—Oh, lo sient.. Oye, interesante collar el que tienes ahí. ¿Donde lo conseguiste?
—Un señor llamado Isaac me lo regaló.
—¿Ese hombre está regalando collares? Dios mío, dame su dirección.
Reí un poco.
—No no, solo fue como muestra de agradecimiento. Vive en aquella casa de allá.—respondí, y señale a su casa.
—¿Esa casa? Es imposible.
—Lo digo en serio, estuve ahí hace un par de horas.
El hombre empezó a reír frenéticamente.
—¿Que es tan gracioso?
—Chico, ¡esa casa ha estado abandonada por muchos años! Al igual que las otras dos que están a su lado.
Me congelé. No me espere eso. ¿Abandonadas? Pero si acababa de estar ahí hace apenas unos momentos.
—En fin, felices fiestas chico.
Corrí. Corrí lo más rápido que pude a la casa del señor Isaac. Al llegar, y abrir la puerta, vi algo impresionante. Todo se veía diferente, en verdad lucía como una casa que había estado abandonada hace años. Fui a la casa del pequeño Edward, lo mismo. Fui a la casa de la abuela, lo mismo. Su hermosa estrella que tanto tiempo pase buscando, no estaba. Todo estaba cubierto de polvo y telarañas. Estaba a punto de salir de casa de la abuela cuando sentí pisar algo, era una hoja de papel. La levanté y al mirarla mas detenidamente me di cuenta de que era una carta. Y decía así:
La codicia abunda en estas fechas. En verdad alegra darnos cuenta que aun hay gente como tu en este pequeño mundo. Se acaban las personas de buen corazón. Eras consciente de que tenias una tarea que cumplir, y aun así ayudaste a tres extraños que te pidieron auxilio, auxilio al cual sin resentimiento alguno te pudiste haber negado. Pero no lo hiciste, los ayudaste a los tres y jamás lo hiciste pensando en algo a cambio. Jamás pensaste en ello como una obligación tampoco. Tuviste la oportunidad de conseguir lo que querías al final, pero decidiste no deshacerte de los obsequios que tres completos extraños te dieron como agradecimiento. Es agradable recibir, pero siempre será mucho más importante dar. Dar sin esperar nada a cambio es la clave. Lo que tu nos enseñaste hoy fue una muestra de que quizá, con personas como tu aun le que esperanza a este planeta lleno de codiciosos. Le deseamos los mejores deseos a tu pequeño hermano Norman, y a toda la familia Booker: ¡Felices Fiestas!
PD: Hay algo en el patio trasero que quizá necesites.
—El señor Isaac, la abuela y el pequeño Edward.
Esperaba encontrarme el dinero que me hacia falta en aquel patio, pero hallé algo totalmente diferente. Era un piano. Nuevo, y mucho mejor que el que planeaba comprar en la tienda. Era un piano hermoso a decir verdad.
—¡No lo puedo creer! ¡Y aun quedan 15 minutos para la gran cena! Oh cielos, 15 minutos, ¡debo darme prisa!
...
Finalmente, llegue a tiempo, con el piano prometido.
—¡Un piano a la orden!
mi hermano no podía dejar de agradecerme.
—Puedes darme las gracias luego hermano, tienes una canción que tocar.
Acertó con la cabeza.
—¡Atención familia! Norman nos va a tocar una canción.
El silencio reino en la residencia Booker, todos atentos a la melodía de Norman. Después, mi hermano procedió a tocar una preciosa canción que hasta hoy, sigue siendo mi canción favorita de la época. Todos la cantamos mientras el la tocaba, algunos hasta con lagrimas en los ojos, felices de nuestra unión como familia, justo como debe ser...
—¿Y qué canción era abuelo?
—Eso lo dejaré a su imaginación niños. Bien, supongo que eso es todo, esa es mi historia.
—¿Y los regalos? ¿Que hiciste con ellos?
—Simple. ¿Nunca se han preguntado porque cada año hay un collar, un reloj, y una vieja pelota alrededor de nuestro árbol?
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