LOS ANALES DE MULEY(2ª PARTE)(21)

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               Ll

   Fue un día muy feliz,

para mí un gran evento,              

pues no es ningún cuento

que emocionado estaba,

di rueca a mi contento

y de alegría sollozaba.

   Era un día especial,

donde todo era candor

y brillaba el amor,

un día de primavera

de infinito fulgor

con amantes a la espera.

   Fue sencillo el oficio,

más grande la devoción,

yo abrí mi corazón

y mi alma le entregué;

ella juró sumisión

y con gozo la acepté.

   El párroco nos bendijo

y una esposa me dio,

un esposo concedió

a la mujer desposada

que con alegría lloró

sintiéndose amada.

   Con alegría y gozo

de la iglesia salimos,

hacia la huerta partimos

a fijar nuestro destino,

con sencillez ofrecimos

devoción a la divino.

   La tarde iba cayendo

y yo iba suspirando,

paciente estaba esperando

aquel bello anochecer,

parecía estar llorando

y harto de padecer.

   Era un total engaño:

mi corazón palpitaba

y alegre esperaba

su cuerpo ardiente

que sumisa preparaba

su entrega inocente.

   Yo maldecía al tiempo,

pues esperaba quieto

aquel efímero asueto

que no le veía final,

pero acogí el reto

de esa gran espiral.

   Cabizbajo aguardaba

la llegada de la noche,

recibirla con gran broche

y fundirme con su mirada,

romper cualquier reproche

blandiendo mi espada.

   Quería recorrer caminos

en mi yegua montado,

quería sentirme apreciado

por tan hermosa montura

que tenía a mi lado

henchida de gran natura.

   Ella sentiría mi peso

con deseo de pasión,

callaría su aflicción,

se avivaría su amor;

su hermoso corazón

se llenaría de candor.

   Por la senda del deseo

juntos cabalgaríamos,

pasión continua tendríamos

en esta azorada vida;

siempre nos amaríamos

en nuestra huerta querida.

   El peso de mi cuerpo

con deleite sentirá,

de sudor se impregnará

con su índole de olor;

sus uñas me clavará

y no sentiré dolor.

   La pasión es arrebato

en momento puntual,

pero es buena señal

de amor y de respeto;

la lívido es funcional

si se acepta el reto.

   Pero sigo cabizbajo.

El tiempo pasar veo

y en su luz me recreo

esperando oscuridad,

en su paso firme creo

buscando mi identidad.

   Me corroe la pasión

al contemplar su figura,

dominar mi compostura

es tarea imposible

y no ansiar esa montura…

es arduo increíble.

   Pero debo ser paciente

si quiero bien cabalgar

y felizmente trotar

por sendas de pasión,

conforme debo esperar

y mantener la ilusión.

  

             Lll

Ya ha caído la tarde.

La luz se va muriendo

y mi inquietud creciendo,

con satisfacción miro

lo que va acaeciendo

y jubiloso respiro.

   Ya voy viendo el final

de esta larga espera,

aunque es vez primera

parezco tener quebranto,

hay quien desespera,

más yo no tengo espanto.

   Yo tácito esperaba

la llegada del evento,

cerca estaba el momento

de copular con mi amada;

surgía mi sentimiento

por la mujer deseada.

   Demostré ser paciente

y esconder mi inquietud,

pese a mi juventud,

aireé mi paciencia

emulando senectud,

pues usé mi inteligencia.

   Absorto escureció.

Mi corazón jadeaba,

mi instinto se calmaba,

pero mi inquietud me dolía;

sosiego necesitaba,

pues mi alma se salía.

   Era hora de entrar en casa

y estudiar el ambiente,

miraría en su fuente

para sí poder actuar;

contemplaré todo su ente

para poderle amar.

   A la mesa me senté

y viandas degustaba,

de reojo la oteaba

con oculta timidez,

con su mirada chocaba

henchida de placidez.

   Ella me miraba fija,

con decoro, con pasión,

latía mi corazón

en mi pecho recluido

y buscaba mediación

para ser hombre atrevido.

   Y me volví descarado:

su mirada desafié

y su pasión abracé,

estaba desafiante,

mi deseo le mostré

sin ser persona arrogante.

   Nos hicimos cómplices

de lujuria y amor,

nos mostramos sin pudor

ante nuestra gran ventura;

pusimos todo el ardor

que nos daba la natura.

   Sus pechos desafiantes

con elegancia mostraba,

con su mirar me retaba

y yo seguía descarado,

frente a ella me encontraba

sereno, pero alterado.

   La lívido por mi corría

como manantial de fuente

corriendo diluyente

por el cauce del río

y lamiendo su pendiente

se enfrenta a su desafío.

   Su enorme fuerza domino

por no llamar la atención,

para mí es un sofocón

de angustias y desenfreno

que aviva mi pasión

en cualquier terreno.

   Fantasías oníricas

en mi mente se acuñó,

mi frenesí avivó

con estandarte de amor

y mi deseo voló

hacia mi bella flor.

   Las viandas en la mesa.

Nuestras miradas se fundían,

pues pasión solo querían

en la noche silenciosa,

nuestras sensaciones fluían

lindas como una rosa.

   Nadie se atrevía a hablar.

El silencio era oro

y yo miraba al foro

donde el catre esperaba;

yo oteaba con decoro,

pues deseoso estaba.

   Mi madre, ¡mi pobre madre!,

estaba toda nerviosa,

aunque era muy dichosa

no paraba un instante

y hacía cualquier cosa

para mostrar su talante.

   Nos miraba con respeto

eludiendo situaciones,

leía nuestros corazones

henchidos de frenesí;

quise buscar soluciones,

más su actitud comprendí.

   La situación era rara.

El tiempo transcurría

y yo, descarado, seguía

a mi amor desafiando,

con la mirada perseguía

a quien me estaba invitando.

   Éramos muy felices

pese a aquella situación:

sofocar nuestra pasión,

nuestro lívido calmar

y vivir con ilusión,

eso queríamos lograr.

   Todo tiene un final,

también lo más deseado,

aunque no lo esperado,

pero cruel es el destino

cuando se nos es mostrado,

pues surcos tiene el camino.

 

 


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