LOS ANALES DE MULEY(2ª PARTE)(FINAL 2ª PARTE)
Por YUSUF AL-AZIZ
Enviado el 22/12/2015, clasificado en Varios / otros
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LV
“Todo pasa y todo queda”.
Dice bien el poeta,
y una página pasó
de mi modesta existencia.
Una hoja de mi libro
que con pudor se arranca,
porque ora es un recuerdo,
ora es triste discordia
que se esculpe en el tiempo
y se guarda con nostalgia
con letras de plata y oro.
¡Dichosa, pues, la persona
con su volumen completo
que tenga todas las hojas ,
con sus renglones rellenos,
y pueda bien leerlas
con satisfacción y gozo!
Solo hay una persona
que posee ese libro
y que completo lo lea:
es el Todo Poderoso
Creador de la Tierra
y del cielo infinito.
El posee la gloria
de ser verdadero Dios,
y tiene en su memoria
las penas y los quebrantos
que al cielo se claman
pidiendo los favores
por aquella criaturas
que en silencio sufren.
LVl
Con ella se fue mi vida
por los confines del cielo
y su alma voladora
emprendió un camino
por la estela del éter
entrando en un abismo
de espiral incontrolable,
es un mundo sin encuentro
allende la eternidad
donde no hay recibo
expedido de vuelta,
donde la muerte es consuelo
y la memoria se pierde,
donde hacer es eterno,
donde muere la vida,
donde se ahoga el llanto.
Se fue sin mi perdón
al abismo de lo eterno
sin súplica ni temor,
se enfundó su negro velo
y se aunó con la muerte
por misterioso sendero
de tétrica oscuridad.
Me quedé con mis espantos,
con mi dolor, con mi pena,
la echaría de menos
en esta efímera vida
embutida de odios,
de rencores, de desdichas.
Levante sutil mis ojos
al espacio sideral
y le pedí consuelo
para mi triste aflicción,
le imploraba al cielo
que aliviara mi dolor
y escuchara mis ruegos,
que me diese fuerzas
para acallar mí llanto.
Aquel día fue triste.
Un fuerte manto negro
cubría la tenue luz
que radiaba al espacio
ramilletes de destellos
y su fulgor emergiendo
confundía mi tristeza.
Fue un adiós sincero,
henchido de nostalgia,
un hasta luego de su hijo
que lloraba con cuita
y mostraba su tormento
ante tanta amargura,
un adiós resignado
con dolor de corazón
que amaba lo perdido.
En su tumba puse flores
y le allanó su camino
para hacer fácil su andar
hacia lo misterioso,
y lágrimas derramé
esperando al viento
con su silbido de muerte
para que me espere atento.
Se marchó mi dulce madre,
me dejó triste, abatido,
pero lleno de esperanza
ante un mundo nuevo.
¡Por amor, descanse en paz!
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