No sólo a ti te excita Parte 3 El ladrón

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- ¿A qué hora sales?- Le susurró mientras esperaban al ascensor después del curso.

- A las nueve- Le contestó ella mientras entraban dentro.

Se colocaron en el fondo, él se acomodó detrás de ella deslizando sus manos por su cintura mientras ella notaba un bulto que la apretaba el culo.

- Te paso a buscar- Le dijo susurrando en su oído cuando llegaron a la planta cero, y salió sin mirar atrás. Ella se quedó embobada mirando su trasero.

Tuvo un día especialmente torpe, distraída y contando los segundos para irse a casa a comer y darse una buena ducha.

A las cuatro volvió al trabajo, ésta vez con un vestido negro que trazaba sus curvas, medias de medio muslo con ligas y unos zapatos muy altos.

Estaba en el registro, una sala en la planta treinta y siete, llena de estanterías con cajas de documentos, terminando de organizar los últimos informes. Cuando alguien la tapó la boca y la empujó contra la estantería tirando la caja al suelo con todos los informes. Por un momento pensó en Lucca, pero cuando se dio la vuelta vio a un compañero de su departamento riéndose. La giró con fuerza, empujándola de nuevo contra la estantería.

-Ésta noche vas a ser mi puta- Dijo amenazándola.

Escuchó como se bajaba la cremallera del pantalón, después una de sus manos jugó con su pecho mientras su polla empalmada rozaba su culo.

Sus movimientos inútiles por escapar le cabrearon y la volvió a empujar tirándola al suelo dejándola de rodillas. Con la polla fuera del pantalón se acercaba a ella, en ese momento apareció Lucca y le dio un puñetazo que le tumbó, después de un forcejeo en el suelo, su compañero huyó.

Lucca la cogió en brazos y la sentó en la mesa, se metió entre sus piernas y acercó su boca a la de ella.

-Será cabrón…- Dijo muy furioso dando un golpe con sus manos en la mesa- No te volverá a molestar más te lo aseguro.

-¿Pero qué haces aquí?- Dijo ella confundida.

-He subido a buscarte- Dijo mirándola fijamente.

La ayudó a bajar de la mesa deslizando su vestido hacia arriba y dejando ver sus ligas.

-Estás deliciosa- La dijo cogiéndola de la mano mientras suspiraba- Vamos a por tu abrigo.

Iba vestido con unos pantalones chinos de color azul marino y una camisa blanca metida por dentro, la camisa marcaba en algunas ocasiones sus fuertes brazos.

Fueron hacia las escaleras, la sujetó la puerta y cuando pasó la cerró. La arrinconó antes de la bajada de los escalones besándola apasionadamente, sus bocas se buscaban con torpeza y sus labios jugaban juntos entre gemidos.

-Necesito follarte- Dijo mientras mordía su cuello salvajemente y acercaba el culo de ella al bulto de su pantalón oprimiéndolo- Vamos a cenar porque si no te voy a follar aquí mismo.

Llegaron a un restaurante, pequeño y escondido, en una calle muy cercana al centro de la ciudad.

-Creo que me debes una explicación- Dijo ella bebiendo de la copa de vino mirándole a los ojos.

Él suspiró sin mirarla.

-Soy ingeniero informático, y estoy trabajando en un proyecto en la universidad que requiere un alto presupuesto económico, no tenemos suficiente con los fondos destinados a la investigación y por ello, lo adquiero de otros trabajos de dudosa legalidad- Hizo una pausa- También imparto cursos en empresas, en la tuya de hecho durante un largo periodo, debido al programa que habéis comprado.

Ella rio nerviosa, no sabía si salir corriendo o derretirse.

Después de una deliciosa cena, con miradas, susurros y caricias muy calientes cogieron un taxi.

De camino a casa de él, volvieron a fundirse en un beso apasionado, él la apretó contra el asiento del coche mientras sus manos se colaban por debajo de su vestido tirando de las ligas. El taxista, miraba discretamente a través del espejo, grabando cada momento en su mente para después pajearse.

Unos minutos tardaron en llegar a su destino, era una casa con una antigua fachada. Subieron por las escaleras tropezándose con sus pies mientras gemían con los húmedos besos.

Llegaron al ático y entraron a oscuras sin parar de besarse.

-Nena, ¿Quieres una copa?- Dijo él con los labios enrojecidos de tanto beso.

-Si, por favor- Dijo ella recuperando el aliento.

Mientras el llenaba las copas ella se acercó a la puerta de cristal que daba a la terraza del salón, se veían todas las luces de la ciudad. Vio el reflejo de él acercándose por detrás.

Después de beber un trago, él dejó las copas encima de la mesa.

Ella le esperaba apoyada en el cristal, muy excitada. Él la miraba ferozmente. Se acercó y subió sus manos oprimiéndolas contra el frío cristal. Con sus labios rozando los suyos fue bajando sus manos muy despacio recorriendo su axila, sus costados, su cintura, su trasero… Bajó y se colocó de rodillas, besó sus medias y subió por sus ligas, mordisqueando las tiras. Vio cómo su tanga empapado había empezado a mojar sus muslos.

Y subió de nuevo, a besar su boca. Ella le desabrochó los pantalones, le sacó la camisa y acarició su polla por encima del bóxer, mientras él colocaba sus manos en el cristal a ambos lados de ella.

Ella se agachó y recorrió con su boca el tronco, mojando la prenda. Después lo bajó y sacó su rabo que de un movimiento le rozó los labios.

Se lo metió en la boca, y chupó desesperada por la excitación. Él observaba los cachetes de su trasero que asomaban por debajo de su vestido, reflejado en el cristal. La sujetó la cabeza acariciando con su rabo el fondo de su garganta y provocando arcadas que le movían la polla dentro de su boca.

La puso de pie y la dio la vuelta, mirando hacia el cristal. Se marchó a apagar la luz. El salón quedó iluminado por las luces de la calle.

Ella volvió a notar su presencia detrás. Le subió un poco el vestido y echó su tanga a un lado, mojándose los dedos, y los chupó, el sabor le puso más bruto aún. Colocó su rabo en su coño mojado y metió sólo el capullo. Le cogió la pierna derecha abriéndola para favorecer la entrada de su polla. Y la metió muy despacio, notando como el calor y la humedad oprimían su verga. Y se la empezó a follar, empapándose los pantalones de su rajita mojada y gozando de cada embestida.

Cuando la bajó la pierna, la dio la vuelta, la cogió en brazos y la penetró apoyándola contra el cristal. Se besaban, ella le mordía los labios ciega de excitación. Él empezó a notar como temblaba, sus ojos se perdían mientras gemía en su oído corriéndose del gusto mientras la follaba.

Después de varias embestidas, la bajó y la puso de rodillas, follándola la boca, su cabeza golpeaba levemente el cristal. Tras alcanzar el clímax explotó expulsando su leche, ella le miraba tragándoselo como si estuviera absorbiendo de la pajita de un rico batido. Le temblaron las piernas cuando acabó.

-¿Te apetece algo dulce?- Dijo él entre jadeos sacando la polla de su boca.


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