Y tus ojos tan penetrantes
como luz impostora entre los huecos de las persianas,
tu mirada apagada como en aquellas mañanas,
y tu voz que se la robaron.
Al mirarte me llenas de temor;
sin más, amigo mío, te acompaño en tu último camino
y aunque estreches mi mano, no puedo quedarme contigo,
¡Hágase justicia por esta guerra sin razón!
Has de irte digno por tu vida
por dejarlo todo aquí, al morirte injustamente
debido a ser quién eres, debido a creencias diferentes,
debido a razones jamás acertadas.
Muchos cegados por la ironía,
robándose la vida de miles de inocentes
disparando sin piedad sus corazones latentes,
cobardes matando día a día.
Y hacen daño sin importarles
que arrebatan a los niños sus padres
que manchan un país entero de sangre;
sólo para que les aguarden miedo
vil cobardes...
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