Él jamás retrocede ni vacila ante nada. Avanza sin cesar, estoicamente, procurando no mirar hacia atrás. A pesar de lo relativo que pueda resultar, en ocasiones es más rápido o lento, y siempre va en función de si somos conscientes de su existencia o no.
Él pasa, desapercibido para algunos; como una pesada losa para otros. Para los que no reparan en su existencia y en cuan rápido pasa, a menudo no lo echan en falta y no son conscientes de lo que dejan atrás. Para los que sí son conscientes, el pasado suele ser tan o más atractivo que el presente o el futuro, y siempre sabrán que jamás vuelve para atrás.
Siendo conscientes de la realidad, es la única cosa a la que no se le puede poner ningún límite, excepto él mismo, y resulta del todo imparable. Fluye, avanza, pero no se detiene.
Yendo más lejos, muchas veces somos conscientes del momento que estamos viviendo, y horas más tarde recordamos ese mismo instante siendo conscientes de las horas que han pasado en medio. Fluye, avanza, pero no se detiene.
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