¿Apuestas tu boca?

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Gabriel había llegado a la ciudad por trabajo. Era muy atractivo y morboso, pero egocéntrico, distante y chulo. Su profesión le proporcionaba un colchón de excesiva confianza en sí mismo.

Aquella tarde habían quedado todos para ir al cine. Ella llegaba tarde, se puso un vestido estrecho de cintura y falda de vuelo de color morado, y unas zapatillas.

Cuando llegó al cine ya estaban todos sentados, se dirigió a su sitio en el extremo de la fila y sentado al lado del hueco vacío… estaba él. Sus ojos recorrieron su cuerpo.

-Qué polvazo tienes- dijo devorándola con la mirada.

-¿Te funciona alguna vez ese piropo?

-Algún día te rendirás… y me suplicarás que te folle- Le susurró al oído erizándola la piel.

-No te soporto, voy al baño- Dejó su abrigo y se marchó.

Era un largo pasillo medio oscuro y solitario. Se podía escuchar los sonidos de las películas de otras salas en el tranquilo silencio.

Cuando salió del baño, Gabriel estaba esperándola fuera, la empujó y la metió dentro de nuevo.

-Ésta noche me he desvelado pensando en ti…- Le dijo apretándola contra una puerta y metiendo sus manos debajo de su vestido.

No pudo evitar derretirse al roce de sus manos pero reaccionó empujándole.

Gabriel la miró furioso pero se marchó sin decir nada.

Después de quedarse unos minutos mirándose en el espejo, volvió a la sala. Había empezado la película y todo estaba oscuro, se tropezó con sus pies y cayó encima de él. La ayudó a levantarse metiendo sus manos debajo del vestido, que rozaron inocentemente su coño y rápidamente ella se colocó en su sitio.

-Me has rozado la polla, tal vez te debería de dar un empujón- Dijo susurrándole mientras sonreía.

Ella le miró, suspiró y no le dijo nada. Pero su tanga mojado revelaba sus oscuros deseos.

Después de un rato de película, empezaron a comentar a susurros algunas escenas.

-No va a tardar en ponerse a cuatro patas- Dijo él con su habitual aire chulesco.

-Eres un estúpido ¿Te crees que todas son como las que te tiras?- Dijo ella enfadada.

-¿Qué te apuestas?

-Cualquier cosa, ¿No te das cuenta que pasa de él?

-¿Apuestas tu boca?

-¿Tú quieres un guantazo?

-¿No estás tan segura?- Dijo sonriendo.

-Está bien, si se la folla te hago una mamada, ¿y si pierdes?- Dijo segura de que iba a ganar la apuesta.

-Si pierdo voy a meter mi cabeza entre tus piernas hasta que dejes de temblar- Le dijo rozando con sus labios sus orejas.

-Hecho- Dijo ella en medio de un jadeo imaginándoselo.

-Hecho- Dijo él girándose a la pantalla y sonriendo.

De vez en cuando la miraba y movía su lengua rítmicamente dentro de su boca, acompañado de un movimiento de su mano imitando una mamada, mientras se reía y ella ponía los ojos en blanco.

Cuarenta minutos más tarde, ella perdió la apuesta.

La cogió de la mano y se la llevó sin decirla nada.

Se encerraron en uno de los baños.

-Estoy deseando cobrarme la apuesta- Dijo él medio jadeando.

Se bajó los pantalones mientras ella se ponía de rodillas salivando. Tenía una polla muy grande, venosa y el cabrón la tenía muy dura.

Cuando se la metió en la boca, el suspiró y echó la cabeza hacia atrás.

Lamió cada centímetro, desde sus hinchados huevos, cargados de leche, hasta la punta de su glande que le humedecía, debido a la previa excitación, sus labios.

La agarró la cabeza obligándola a metérsela hasta el fondo de su garganta, lo que le provocó una arcada y abundante saliva. Empezó a follarla con rapidez, su capullo abultaba los laterales de su boca con cada pollazo.

-Ufff, que boca tienes… ¿Te imaginabas que ibas a estar de rodillas comiendo rabo?

-¿Quiñes queg pareggñ?- Le preguntó con la polla en la boca.

-Te has apostado tu boca…

Empezó a pajearle mientras se la seguía comiendo, presionaba su capullo con sus labios y bajaba su boca por el tronco al ritmo de la paja.

Él hizo un gesto indicándola que iba a terminar y rápidamente se empezó a correr mientras ella seguía mamando, la leche se escapaba por las comisuras de su boca cayendo al suelo mientras le miraba, el resto se lo tragó todo, mientras él controlaba sus gemidos y apoyaba su cuerpo en la pared con los ojos cerrados.

-Joder…- Dijo con la voz entrecortada.

Después de limpiarse, volvieron a la sala.

-Me encanta como la chupas- Dijo sonriéndola- Me apuesto un polvo a que estás empapada…- Dijo mientras controlaba un gemido acercando sus manos a sus piernas.

-Ni en tus sueños- Le dijo ella entre un suspiro mientras le apartaba.

-Eso es que estás muy mojada…

Cuando salieron del cine se despidieron todos y se marcharon cada uno a su casa. Él la buscó con la mirada, pero ella se marchó en un descuido.

Cuando llegó a su casa tiró el abrigo encima del sillón y subió a su habitación. Se tumbó en la cama boca abajo y empezó a acariciarse el coño, abrió un poco las piernas y bajó su tanga, estaba muy mojada, presionó su clítoris, elevó un poco el trasero apoyando las rodillas en la cama. Aún le sabía la boca a polla.

Se corrió empapando sus dedos y gimiendo incontroladamente, con la boca apoyada en la almohada.

En ese momento llamaron a la puerta. Se colocó el vestido, se lavó las manos y bajó a abrir la puerta.

-¿Pero qué haces aquí?- Dijo desconcertada.


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