Desesperado
Por Caminante en la sombra
Enviado el 03/01/2016, clasificado en Intriga / suspense
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La oscuridad de la noche se cernía sobre las calles abandonadas. El silencio era penetrante, aterrador. Adam corría sin rumbo, con el corazón a punto de salírsele del pecho. Mientras avanzaba, echaba constantes miradas hacia atrás, para comprobar si él le seguía. Con horror descubría que efectivamente, nunca lograba dejarlo atrás. Apretó los dientes: aquel hombre era aterrador, y estaba dispuesto a matarle; estaba seguro.
Había llegado a aquel pueblo esa noche huyendo de él, y apenas conocía sus calles. Pensó que lo ha´bia despistado al llegar allí, pero pronto descubrió con horror que él le seguía la pista de cerca. Estaba acorralado, en aquél lugar no sabía a donde podría escapar. Tan sólo correr sin rumbo por las calles vacías. Por si fuera poco, aquél lugar parecía desierto, abandonado.
Debía tratar de despistarlo. Tenía que hacer tiempo. Al menos, hasta que el efecto del dardo que le había acertado se acabase. Cuando desapareciera, ya no tendría ningún problema
Adam corría a toda velocidad, tratando de girar cuantas calles le era posible, y metiéndose por los lugares más recónditos. Pero era inútil: él siempre aparecía de nuevo al final de la calle. Un sudor frío recorrió su rostro: estaba empezando a ponerse nervioso; tenía mucho miedo. Una sensación a la que no estaba a costumbrado, pues normalmente eran sus víctimas las que tenían miedo de él.
De pronto, su perseguidor apareció ante él. Lo había atrapado. Con horror, observó como su silueta oscura se recortaba en la luz que proyectaban las faroles de la calle. La calavera blanca que lucía en el pecho, brillaba con más fuerza en aquél momento. Adam frenó en seco, observó con horror su gesto, tan serio y aterrador como siempre, con su barba plateada bien recortada y su ceño fruncido sobre aquellos ojos que solo mostraban muerte. No cabía duda: era el exterminador. Un ser implacable, letal, que lo había perseguido durante meses sin descanso, casi por todo el país.
Adam abrió la boca, sus largos colmillos puntiagudos quedaron al descubierto. Sabía que no podría intimidarlo de esa forma, que era inútil, pero tenía que intentar cualquier cosa: estaba desesperado. Extendió los brazos y su larga capa oscura se abrió por completo. Su piel blanca como la tez relucía bajo la luz de la luna llena. Dio un paso adelante, preparado para entrar en batalla cuanto antes.
---¡Por fin te atrapé, vampiro! ¡Ésta noche será tu fin! ---gritó el exterminador con voz grave.
Adam no dijo nada. Estaba asustado. Nunca se había visto en una situación parecida. Siempre había podido recurrir a sus poderes de vuelo, pero el dardo que él le había lanzado horas antes le impedía volar. Se encontraba entre la espada y la pared, como encerrado en una jaula. Aquél hombre era formidable, tenía que reconocerlo. Al final, había ganado la batalla entre ellos dos.
De pronto, él sacó su pistola de estacas y apuntó con ella a Adam. Éste se mantuvo inmóvil, con la vista fija en la estaca que estaba preparada para salir.
El exterminador apretó el gatillo y la estaca salió directa hacia el corazón de Adam al instante.....
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