Oscuro y frío café

Por
Enviado el , clasificado en Cuentos
1437 visitas

Marcar como relato favorito

Trasnochado, pero sin sueño. Con intolerable adrenalina en mi sangre me senté a tomar un café con ella. Le había escapado a su encuentro durante mucho tiempo. La había despreciado a sabiendas que el momento llegaría cuando ella lo  dispusiera. En los últimos años y de un tiempo a esta parte, la había visto muy seguido. Mas de lo que hubiera deseado.

-No sé por que crees -me dijo- que puedes darte el lujo de repelerme; si he estado contigo desde que naciste. Estoy más que acostumbrada a esa actitud. Todos creen que negándome me mantienen lejos. Siempre estoy intentando llevarme a alguien, por lo tanto he intentado que te fueras conmigo mucho antes.

Nervioso, me removí en la silla. Ella continuó sabiendo que mi mirada estaba enclavada en las cuencas de sus ojos opacas y brillantes.

-Te acuerdas del accidente en auto, esa vez que quedaste sorprendido como quedó destruido el vehículo y tú ni siquiera con un mínimo rasguño? Pues bien tu protección es muy poderosa y me limita. No puedo avanzar más allá de esa frontera… por ahora….

Pude sentir su rencor en las palabras pronunciadas al ritmo cadencioso y tenebroso. Y no pude menos que sonreír tristemente. Ese gesto la violentó y me escupió la frase como un augurio

-Continúa con tus cosas, sigue con tu existencia, ama a esa mujer que te da la vida que yo quiero para mí; prosigue tras de tus sueños y utopías. Y cuídate de no perderlos; Ay! Cuídate de tenerlos siempre contigo. Sin ellos; y es bueno que lo sepas, serás finalmente mío!

Ni una sola sílaba pronuncié, y como el líquido negro del pocillo estaba frío como su aliento; al percibir que era inútil, continuar en el lugar, me levanté y le di la espalda envuelto en una bruma espesa que me rodeaba los tobillos.

No quería que se diera cuenta que mi corazón se estrujaba por saber que el tiempo estaba de su parte.

-Aléjate de mí! Ahora que puedes.....

Su tétrica carcajada me acompañó mientras caminaba por muchas cuadras luego de doblar la esquina.

Ella tampoco podrá saber que mi pelea con ella es no evitar que llegue el fin; la lucha es no darle el brazo a torcer cada día. Mi decisión es irme cuando yo quiera, soy yo quien abrirá la última puerta.

Sí..... Cuando yo quiera.


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed